viernes, 14 de diciembre de 2018

Cerebros amamantados con leche vencida

en la mesada, el velador apagado.
un libro a medio leer
esconde moscas muertas
entre páginas de auto-ayuda
y él que insiste
en amamantarse el cerebro
con leche vencida,
imagina futuros que no fueron
en la pantalla curva
de su parpados y fuma,
el único habito que guarda
de su niñez
tampoco es sano,
y cuando sale,
aunque nunca sale del todo
de su bóveda bestial,
lo hace embobado, señala
a los gritos, en secreto
o sin querer
desgracias que no le pertenecen
para alimentar
su autoestima y la conversación.

y en el fondo
no lo piensa pero sabe
que envidia la adicción al presente
que tienen los animales
y esa conciencia frágil e inmediata
que sacude pelajes.
y en el fondo
del dormitorio una persona
recordando
es siempre una lámpara a punto
de quemarse,
una barra parpadeante
sobre un archivo que se ha dejado
de escribir.
y quien no fue también
alguna vez
ese perro callejero, lengua afuera,
viento en contra,
asomándose por la ventanilla
trasera de un auto
sin arreglo.













lunes, 10 de diciembre de 2018

¿Qué devolvemos cuándo volvemos?

cada diciembre algo distinto
revuelve la vuelta
al baldío de enfrente,
al cielo baldeado,
al fósil blando que alberga

la memoria.

¿qué devolvemos cuando volvemos?


mejor nada.


los amigos, muchos menos
la familia,
merecen saber todo aquello
que pensamos
en la soledad de la almohada.

hoy la noche es calurosa,
el sueño, nulo.
hay tensión afuera.

la alarma de un auto huérfano
acaba de dispararse
a unas cuadras de acá.
los pocos que quedaban
pululando por ahí,
encontraron
una lógica oculta en su paranoia
y sin que nadie dé la orden
se fueron
despegando de la escena,
se fundieron a negro,

nos fuimos.

en cuestión de segundos
los ladridos
de los perros tejen
una red invisible
que trasciende medianeras.
una epidemia
amplificándose a la altura
de las rodillas
del barrio que dura

hasta el amanecer.

se necesita 
que ingrese por la reja
apenas 
un fino gajo de sol 
para que la hoja más baja
del ciruelo comience
a tostarse.

ahora sí, 
buen día.
hora de irse a dormir.





jueves, 6 de diciembre de 2018

Una posible imagen de dolor

cuánto puede uno soportar
el peso de la lágrima,
inclinar la mejilla,
el rostro,
inútilmente
el mundo entero
para volver meterla
adentro del ojo.

tengo la vista apoyada
en un calendario ya amarillo
hay una voz que flota
y no interrumpe
nada

las células rojas
las células blancas
las células tercas y muertas
se van reuniendo todas
a velocidad de avispa
para arreglar 

el cuerpo sobrante,
el daño irreversible,
al menos una mínima parte,
algo que haga valer
el ruido sordo de la agonía

breves indicaciones,
algún que otro consejo
sensato y sin sentido
expulsado
hacia el aire denso
de la habitación.
una posible imagen de dolor
comienza a fermentarse
en nuestras cabezas,
durará días,
desvelos,
nos mantendrá despiertos
como el picoteo perpetuo

del tábano
sobre el lomo
de un potrillo malherido.










jueves, 22 de noviembre de 2018

Malhumoradamente infecto

malhumorado,
baja

sin saberlo
a su sótano mental
ante las pupilas
ajenas
sin que nadie lo vea,
baja a rodearse
de ideas
impronunciables,
sucias,
sobre mí,
sobre vos también
que lo miras de reojo:
la distancia humana
depende
de la profundidad
de los ojos.

baja a su zona
restringida
y abraza las palomas
que arrincona
en la esquina
peludas, podridas,
muertas:
alguien con quien hablar.
no le gusta las ventanas
ni ventilar,
ni el viento
porque el viento
puede al desplumarlas
revelarle
sus cruentas miserias.

de modo que baja
la calma
con un cigarrillo
partido y mentolado.
la suerte
es de quien avizora
la unión de las baldosas.
baja a su cerebro
infecto
con paso fúnebre
y sin pose.
baja tanto que al subir
un gesto de afecto
puede significar
lo contrario,
y un ramo de rosas
derretirse
junto a la moral,
manchar las manos
con sangre
real.








miércoles, 21 de noviembre de 2018

La ventana que da hacia el este está rota

la ventana que da hacia el este
está rota.
es un asterisco de vidrio
con filo y sin fondo
por donde va metiendo 

sus dedos perversos 
el verano.
el calor regresa 
con esa pretensión 
de vender alegría vaga
y medicada.
ya al mediodía,
el día empieza a coagularse

y me mojo un poco
la cabeza,
me pongo
la musculosa gris
que fue antes
mi remera negra favorita
que será en un futuro
apenas otro
 trapo de piso
abandonado
en el paladar 
plástico
de una palangana roja,

y así.

nuevamente
y como siempre
el tiempo corroe como nunca.
si se va,
es para volver aún más violento.
como un mar que se arremanga
hasta el antebrazo,
escupe toda la mugre
y se la vuelve a tragar,
una y otra vez,
se masturba con nuestros miedos
para no envejecer.
pienso, pienso, pienso
todo esto mientras bichos
de último modelo
aterrizan
sobre la pantalla insomne,
van reemplazando 

los casilleros vacíos que dejan 
las letras no escritas. 

el tiempo corroe como nunca
y no está mal divagar,
soñar con dormir la siesta
en un campo sin horizonte
bajo la sombra lábil que obsequia
la copa de un árbol vetusto,
pero primero hay que asomarse
con cuidado por la ventana
y constatar si la luz
se cortó solo bajo 

este techo
o afectó también

al resto de los dificios.













sábado, 10 de noviembre de 2018

La misma lluvia

mojadas
por la tormenta,
infladas
por el miedo,
después tampoco habrá tiempo
para la búsqueda
del por qué
del cómo

quien de todas fue la primera
en malcriar la paranoia,
con un burdo aleteo
contagian el terror.

y el agua 

que lo ensucia todo,
que embarra la vista
con su melodrama
fotogénico

 y las palomas
desesperadamente 

elementales
no necesitan  razonar
nimiedades, ni edades,
ni miedos mentales
ni aceptar que ven sombras
donde no deberían.
ellas buscan refugio
donde sea que puedan
solo encuentran
muertes solitarias
en veredas partidas. 


caen en seco,
 una por una
se desploman 
y a pesar
de la tenue respiración
que todavía las ocupa,
agonizar parece esconder
un motivo tan inútil 

que es estético:
elegir la mejor manera
de posicionarse
de cara
a la descomposición.







jueves, 18 de octubre de 2018

Atrincherados

atrincherados en habitaciones
de látex color humo mate,
nos dejamos escanear
por un ventilador
que confirma y reafirma
el peso de los rostros
mientras armamos
nuestra fogata moderna
a base de envases opacos,
colillas de ansiedad dentro,
menthoplus entre disco y disco
para que la presión
no se hunda hasta el vómito
y demás cosas
que sacamos del bolsillo
en silencio,
como un arma cargada,
para depositarlas
en la mesada de otra noche
alquilada al insomnio.

so(m)bras, verrugas, tumores,
vergüenzas que creemos
no merecer
y todo eso que le va descosiendo
el cuellito de tela
a un muñeco con tu forma.
podremos decir todo tal cual
sale de fábrica,
exorcizar los demonios
domésticos
y reír ruidosos con la boca
inmunda
como un inodoro roto.

podremos todo menos
reventarle por fin,
los ojos
a la criatura esa
que atraviesa la penumbra
y mirándote fijo
desde la punta opuesta
de la cama,
lleva su índice a los labios
como para que se entienda
que hay cuestiones
que son como el silencio:
destinadas a quedar
entre voz  y vos.











sábado, 13 de octubre de 2018

Veo yo en las pupilas

veo
en las pupilas gelatinosas
de la vaca
que mete y saca
mete y saca
la cabeza
por el alambrado
y atrapada y todo
feliz queda

veo yo
una libertad genuina
e inhumana
una paciencia única
que hasta podrían
terminar de licuarse
los glaciares,
volver a crecernos aletas
de un día para el otro,
como tubérculos
abandonados
en el último cajón
de la heladera,
y nada de eso
le cambiaría el gesto

una paciencia
que no logro encontrar
en el reflejo de mis pupilas
enrojecidas
en y por una pantalla
en blanca
yo que, solo me veo
metiendo y metiendo
la cabeza
en un panal sin fondo,
cuanto más adentro más espejos.

una libertad
que hasta la garganta tiesa
del mártir apoyado
en la guillotina envidiaría.







sábado, 6 de octubre de 2018

Ya no sostiene el mismo volumen

ya no sostiene el mismo volumen. 
de a poco sus ladridos
se van alejando,
llevándosela
también a ella,
a un lugar completamente
desconocido para mí.
una oscuridad
propia y auténtica
como las que inventan
las luciérnagas cuando
se apagan.


además de llorar con la cabeza
ante lo inevitable,
apoyo mi palma
en su lomo, despacio,
para no despertarla,
apenas, como toco
una pava de acero
para ver si sigue caliente,
con la obsesión
de la embarazada que acaricia
su panza
para ver si sigue ahí.

en un tiempo próximo,
minado de angustias,
se que volveré
sobre el mismo gesto
pero esta mano
no recibirá ya más latidos,
solo tierra pegada,
pequeñas ramas caídas
de un árbol enfermo
que no da nada
más que sombra
floja.

lo que crezca de ese claro en el jardín 
llevará tus huesos
en su adn.
y eso ya es bastante.
















jueves, 27 de septiembre de 2018

Otra mañana hermética

dos metros cuadrados
de verdad
me obsequia la 
única ventana 
de mi cuarto
y son suficientes para llegar
a una conclusión:

aunque esté en desacuerdo,
ya pasaron varias horas
desde que el sol
mostró la puntita de su uña,
y a pesar de que las nubes
fueron ocupando el cielo,
democráticamente despacio,

afuera los canteros siguen brillando
igual o más radiantes
que los espejos retrovisores
de los autos
gracias a las botellas de plástico
que, con sus poros diminutos,
abastecen de agua
las raíces
de los árboles en crecimiento.

bla bla bla
qué importa
la poesía,
ese apéndice invisible
del cerebro
que cuelga bobo
como un rabo sucio.
qué importa
si total puedo pasarme
la vida entera metido
en esta mañana hermética
que avanza mansa
y a poca velocidad
como un gigante con demencia.

otra mañana
de luz blanca, bruta y artificial
toda de lleno,
en la cara
para mí
solo.









domingo, 23 de septiembre de 2018

la oscuridad también habita en los estómagos de tus microbios, no lo olvides

claro que lo mejor es
cruzarse de brazos,
tragarse el silencio
y aceptar el fluir espeso del tiempo. 

fui el ignorante que aguarda
el diagnóstico terminal
en los corredores huecos
de un hospital sin calefacción 

fui también el blanco de las dudas 
que se reagrupan
en silencio, lentas,
divagan como satélites en el espacio,
a oscuras,
como espías envueltos en trajes
hechos de bolsas de consorcio
a la caza de tus inseguridades domésticas. 

fui la planta en la espera por marchitarse definitivamente que arrancan de raíz
con unas manos plagadas de dudas y mordidas de esos molestos insectos que abundan en verano 

e hierven 
para hacer un té que por la noche no te deja dormir, 

pero te hace sentir un poco menos apenado con la vida que llevaste hasta el punto en que decidiste hacerte un té para dejar de sentirte tan miserable. 

fui la espera del otro lado de la puerta,
las sombras también, de esas que te hacen sentir que hay alguien del otro lado aguardando por vos 

y la decepción de las bisagras vírgenes, oxidándose. 

ah,
    y el diario no llegó hoy,
pese a haber estado esperando toda la tarde. 

las manos sobre el aire, tratando de aguantar el peso de la ausencia. 

siento las muñecas arder
como los cuellos de los corceles por las ataduras que los obligan 
a arrastrar un carruaje fúnebre 
por las polvorientas calles de tierra de un pueblito vacío
sin poder estacionarse. 

fui el clavo doblado
que perforó cada una de las maderas
con las que tapiaron las ventanas de mi casa,
y hoy me arrepiento.

fui la penumbra que se hizo cuerpo
y la botella con agua de la canilla
que sigue pariendo burbujas porque sí 

si la palabra hablada no sirve y lo que cuenta son las acciones
el origen de este desastre cuelga directamente de nosotros.

como dos horcas nuestras manos
cargan la herencia bastarda de la caricia y el golpe, 
han obedecido las órdenes de la muerte
y engarzado los tobillos de los recién nacidos, 
despojándonos de la inocencia primera,

el primer llanto siempre es de dolor. el espacio sabe enseñar la diferencia, dos pares de hombros dispuestos paralelamente,

una mirada a punto de inundarse se abalanza sobre el comienzo de uno de los brazos
y es desde es mismo brazo
que nace la mano que aprieta la nuca y es esa misma mirada, la que quiebra a su par colapso simultáneo,
   contención en la similitud,
      y la identidad dejada a un lado. 

la virtualidad de las comodidades para una errónea percepción del día, 
- las persianas sin correa para levantar
- todas las luces quemadas
- una habitación que oficia de cenicero
- una voz que no tiene con quien enfrentarse
- una columna con delirios de formación rocosa
- las uñas largas aferradas al suelo
- un aire helado que corta las pestañas 

¿y qué nos queda de de todo esto? 

¿sueños?,
no, ni siquiera sueños, 

anhelos en potencia, 
pretensiones a futuro que claudican
ante los límites arquitectónicos que hemos erigido 

vos, yo, nosotros, todos, la historia tonta 
que pulula arriba, detrás,
debajo nuestro como una estructura
de vigas y andamios en constante
movimiento

nuestra razón de ser fue siempre el encierro 

¿hasta dónde llega mi voz? 
¿cuánto tiempo aguanta con vida una misma emoción?
¿cuánto tarda el amor hasta convertirse en parodia? 

qué es un corazón
sino una bolsa de puro humo
que de buenas a primeras se rompe liberando
la alergia y los males de este mundo 

es inevitable.
con la cara triplicada 
ante al espejo rebota siempre 
la misma pregunta: ¿qué culpa tiene el cuerpo? 

si ya lo han devorado, regurgitado, despojado de humanidad, quebrantado su espíritu, acallado su voz, si ya lo han escupido, triturado, lo han tirado abajo de la línea de subte más insegura de la ciudad, le han quebrado las piernas, roto los brazos, obligado a mirar al cielo esperando por un sol que nunca llega, si le han mostrado sus sueños incompletos, le han ejecutado a su familia frente a sus ojos, lo han enterrado, le han perforado el abdómen con lanzas en una dudosa representación de la muerte de jesucristo, lo han resucitado, le han hecho creer que realmente valía algo solo para re-afirmar la miseria que guarda, lo han decepcionado, le han roto su corazón, lo han privado de sus cenas, no le permitieron tener un cumpleaños, si ya han roto su hogar, y lo obligaron a vivir en las alcantarillas que ni las ratas saben habitar, le han recitado poesía barata, si ya le prohibieron escribir, le censuraron la expresión, le cortaron sus manos y las reemplazaron por pezuñas de chanchos que lo fuerzan a comer crudos. si ya le han quitado todo. 

¿qué culpa tengo? 
¿por qué cargo con todo esto? 
¿por qué no me permito salir de mi habitación después de tanto? 
¿por qué me auto-reprimo? ¿por qué me exijo tanto si sé que nada puede satisfacerme? 
¿qué nos queda de todo esto? 
¿que podemos hacer con todo esto? 

y claro que lo mejor es
cruzarse de brazos,
tragarse el silencio

y aceptar la auto-mutilación de todos los dias, esperando que de uno de esos días, pueda nacer algo que realmente valga la pena.




escrito con el cráneo afectado de mi amigo massimo 

domingo, 26 de agosto de 2018

Todo lo que pienses será apenas el borrador de un epitafio cubierto por el musgo

el amor y el odio,
la familia y el orden,
el dolor inherente,
el nacimiento viene con la pala incluída
para cavar la tumba de los padres,
la niñez eterna y fugaz,
la bicicleta petrificada en el jardín
cediendo ante la lepra del óxido,

la mecánica de la lengua,
a veces, se descontrola
disolviendo amistades
y fabricando enemigos,
la realidad imaginada,

el fetiche perverso,
los libros que no leí
y los que sí,

inútiles en situaciones límites,
las luces apagadas,
la alarma puesta,
las puertas de la casa bajo llave
y de metal,

la ley es un corset que acogota,
y la libertad un no se qué trunco.

la tiranía del chat, el chip, el usb, la red,
la telaraña que veo, 
contemplo 
y nunca limpio las paredes de mi cuarto,
los pelos en el jabón agridulce,
la descendencia escupida en el desagüe,
el termotanque que ladra,
la ducha: el lugar más íntimo 

e inseguro del mundo,
el tedio a un metro del ocio,
la fiesta a la que nunca te invitan,
el fuego tierno de 
los viernes 
sin planes,
la soledad maquillada con sexo 
atolondrado,
el abridor que siempre falta,
la piedrita del encendedor que todo 

lo interrumpe,
los silencios incómodos 

que de vez en cuando se ríen de nosotros,
la vergüenza espesando
 el presente
me aprieta.



entonces: el ocb, el thc, el lsd,
el acv que asoma sus ojos blancos
por la medianera de cartón,
si lo pienso no es falso

si lo pienso no es falso
si lo pienso no es falso,
el tembleque discreto,
la paranoia creativa,
y al toque nomás,
la risa como una garganta en la panza,
la charla empastada,
la neurona cansada,
las ojeras que delatan,
el hambre que araña,
el empacho que duele,
la fiebre que sube,
la resaca afecta 

más los domingos de fin de mes,
el arroz recalentado
la cama deshecha,
el cuerpo encorvado 
como un garfio sin filo,
la salud impoluta es un problema mental 
digo y pienso que vivir
es un trabajo de medio tiempo,
mal pago y sin ascenso,
mientras todo lo demás
también
depende de la muerte

y su perpetuo imperio.












miércoles, 22 de agosto de 2018

Vórtice

es que lo que apaga 
el sueño a madrugada 
es el bardo de un taladro 
descontrolado 
que gira mete grita
y nunca pero nunca más
se domestica.

es que tengo un remolino 
sobre la tapa de mi cabeza 
y vos venis y me traés otro.

dejás un agujero 
del diámetro de tus pupilas 
para espiar mis inseguridades
y yo: ojos al piso,
brazos holgados,
cuerpo hecho un gancho.

verguenza y silencio
de quien todavía 
sin haber montado la escena 
de un crimen infame, 
ya imagina los protocolos 
que corresponden 
a la del perdón. 







miércoles, 15 de agosto de 2018

Hipocondria mal curada

nadie recuerda en qué
pensaba cuando niño
a los golpes contra
el ruido blanco
de un televisor
efervescente.

no había contracturas ni ansiedades
ni humo sucio entre dos dedos calcios

fui testarudo
como un mosquito adicto
al tubo de tungsteno
eso sí: no tenía alas
ni la tristeza ancha
de no saberlo

no tenía nada
más que la ligera inocencia
que de vez
en cuando extraño cuando
se me tapia la ventana
que da al mundo
de los vivos -y a vos
qué parte
del cerebro te comió
la radiación.

hay que acostumbrarse
a los efectos
de la hipocondría mal curada
y a su escenario recurrente:
yo en el centro
con una vela prendida
que infla
y desinfla las paredes
de una habitación
cerrada.
taquicardia que mueve sombras
del tamaño de montañas.













jueves, 26 de julio de 2018

El aprendiz

quiero 
los cachetes calientes 
en plena siesta del perro, 
estar así nomás,
echado 
bajo el primer
sablazo del sol

que cruza la ventana
a mediatarde.
no tener opinión alguna. 

pero quien pudiera
aceptar, así como así,
la tragedia del horizonte,
sin interrumpirlo,
ni acusar nada.
vi al árbol deshacerse
sobre hojarasca podrida,
mientras seguía
pidiéndole explicaciones
con sus palmas abiertas
de ramas
a un impasible cielo otoñal
y lloré con él.

quien pudiera
encontrar el equilibrio al pie
del barranco,
como hace el campesino,
que, parado,
frente a la desgracia
más tremenda,
ve la lluvia doler
sobre su barro
cada vez más barro,
las semillas ahogándose
fuera de su estómago.
la bronca metida
como una tuerca
en la tráquea
y el humo de un tabaco,
que a cada seca que le da,
raspa y sabe mejor.








miércoles, 25 de julio de 2018

Periplo cannábico

entre los cuerpos
que se maceran en thc,
el humo se hizo espuma
en la habitación,
ya no sube más.

detrás del tembleque
de las nucas secas, duras,
de las ojeras que alojan
ojos que devuelven
píxeles, lágrimas, imágenes
de un mundo paranoico
y mal sintonizado,
algunos juegan al yo-yo
con su cerebro
otros desenredan
el ovillo esperando que 

por fin aparezca 
la cola de la serpiente,
el topo asomándose
del suelo hueco
con la verdad entre dientes,
la legendaria caja negra
aclarando el accidente
en el que, de tanto en tanto,
nos metemos
un poco sin control,
otro poco por diversión
a nadar como gusanos,
en el compost

de la razón.

hasta que después,
para todos por igual,
el bajón.












miércoles, 4 de julio de 2018

¿Lo peor ya pasó?

metido en la bacha
enorme, arropado
hasta la frente
de agua tibia.
tengo una corona
de vapor
que no alcanzo a ver.
un rey sin territorio.

tabula paja
y la mente
seca como
menta fresca.

ahora
me reincorporo
con las piernas
temblando
en esta realidad
que es una pista de hielo
agrietada,
               -tajos por donde
espía el tercer ojo tuerto
de dios.

desnudo
y en puntas de pie,
camino
con la incertidumbre
de un cabrito
recién nacido,
tanteo a oscuras,
dónde habrá una toalla,
un abrigo,
un abrazo para
 esconderme,
una guarida
tan efectiva como a la vez
endeble.






viernes, 29 de junio de 2018

El que triunfa es el óxido

¿a quién destinaré la queja última
cuando los días se vuelvan 

realmente calamitosos? 

días de bostezos
y robóticos
movimientos,
días en que truenan
los huesos
mientras un velo
de herrumbre
recubre los gestos,
las penas,
las ideas,
sus tropiezos.

hay algo metálico
en la vejez
y un imán
en la forma redonda
del punto final,
pero ni un domo
en el lomo,
un bamboleo
en la columna inestable,
un andar oblicuo
que tuerza el mundo,
una vista perpetua
en la punta de mis pies,
será en función
de reverencia
hacia nadie.








sábado, 23 de junio de 2018

Abulia

indómito,
algo está creciendo
sin permiso
a espaldas
de tu zen-tido de relajación

mucha gomaespuma
escapándose
entre las costuras del sillón

mucho poder conferido
a un cráneo
frágil como de porcelana


de un momento a otro 

recordarás que tenés
extremidades sensibles,
con filamentos nerviosos,
te levantarás
a buscar una frazada
que te envuelva de las pantuflas
hasta el tope.

una momia en formato doméstico.

y así avanzan las horas van
galopando rabiosas
sobre la tierra infértil
de una noche sin planes.

de a poco
el sillón se vuelve más cómodo
los ojos arden,
los párpados se aflojan
y sin graduación alguna
una pesadilla te traga de golpe
como una boca sin labios
que no sabe dar amor.

a la mañana, estornudás
y te das cuenta que estás vivo.

parece que algo vino de afuera.
un viento frío y anginoso
proveniente de la puerta trasera,

que estuvo, como siempre, 
sin llave, sin arreglo,
rebotando
a modo de mantra
y reloj despertador.










martes, 12 de junio de 2018

Sueño con vivir el sueño de un linyera

a veces
cuando el aire 
no baja a la ciudad, 
cuando ni siquiera 
huele a aire,
sueño con vivir
en la bucólica etiqueta
del tubo de vino
que lleva arropado

entre sus brazos
el linyera.


pero camino 
por impulso 
y en los bolsillos 
no queda nada
más que pelusa 
blanda, refugio 
para estas manos 
torpes y fumadoras
más vivas
que uno mismo.


la sangre
en el codo del anzuelo
avisa cuando voy
demasiado lejos
con esto de pensar
otras tantas,
basta con sentir
el silencio bruto
que escupen
las aspiradoras
cuando finalizan
su trabajo, 

ese mismo vacío impoluto
que avisa que el disco,
hace rato que terminó.









viernes, 1 de junio de 2018

Un pañuelo manchado de neuronas

expansivas,
las pupilas me van comiendo
lo blanco de los ojos

y el mundo entero, 
desde los satélites 
que adulamos sin mirar 
hasta los espasmos 
de un celular en la boca crota 
de un jean arrugado,
ya no entran
en este cerebro herido.

arisco no,
la culpa es del vértigo
que no avisa
y cae sin más
como una flecha huérfana
disparada
de un cielo sin firma
porque todavía
existen cosas
que dios no puede comprar


por eso,
no te enojes si tu mano
es rechazada
por mi lomo de toro tonto
que se agita confuso
y tirita transpirado


por eso,
no es que quiera asustarte
pero mientras dormís
le crecen ruedas a tu cama
e insensibles,
pensamientos como éstos 

te van empujando
día tras día
hacia el fondo roto del pasillo.










 

jueves, 17 de mayo de 2018

Insecticidio

lo primero que reacciona
es su espalda.

un alambrecito
con alas todavía
flacas a sus costados
como de pollo
deshuesado
quebrará la cáscara
no como quiebra
el parabrisas
el cráneo acelerado
de algún automovilista
que huye y huye
y los recuerdos
por más contraídos
que estén jamás
desaparecen
del espejo retrovisor

¡no! así atestado de vida no,
sino, lento,
venita por venita,
veneno de venenos,
con la paciencia
milenaria de la arena
y el sonido
siniestramente
crocante y poderoso
concentrado
en el acto de nacer.


todo esto
está pasando ahora
muy cerca mío,
en una de las paredes
de mi cuarto
o entre mis pelos
pajosos
o emergiendo junto
a la bota 
que flota 
en el agua podrida
de mis pulmones,
y al igual que las cosas
que pienso demasiado:
ocurre sin (mi) permiso
y fuera de (mi) control.










martes, 1 de mayo de 2018

Diagnóstico obsoleto

si alguien te viera así
echada de costado,
la pierna izquierda
en desuso plegada
sobre la otra,
el cuerpo seco
de pescado
encallado en la red
de un feriado gris
y el ventilador
que gira y gira
como una hélice
que no te lleva nunca
a ningún lado.

demasiada calma
es angustia camuflada

y la angustia
es la mano fría
del tiempo
apoyada en tu hombro
y la porción
más oscura
de tu sábana
es el poco fluido
que te quedaba dentro
y gastado el recurso
no se me ocurre
que quede algo
capaz de lubricar
el eje del reloj.

repito:
demasiada calma
es angustia camuflada 

y si te viera así
como me veo yo
tampoco
gastaría fuerzas
en salvarte.







Dios tirapiedra

graniza
y vos dios sos un tirapiedra
le partiste el cráneo
a un anciano
que se paseaba
en la vereda
con su perro: compra
y coartada perfecta
para salir de la cueva
más allá del buzón
de correo postal.

¡qué mal!
le partiste el cráneo pelado
de un escupitajo
y ahora la familia entera
rodeando
el cuerpo magro
te reza
para que no muera
para que no muera tan pronto
y no consigamos sala velatoria
ni sanguchitos.

adentro de la cabeza
los gajos siguen sangrando,
afuera del sanatorio,
atado el perro

pecho al suelo
lengua afuera
agradecido contempla
el paisaje que le ofrece
el desvío
de su habitual recorrido.








domingo, 15 de abril de 2018

Cadáver de un golem exquisito fabricado por tres alquimistas semi-borrachos

no quiero buscar complicidad
en nadie

no quiero ser un búho paranoico.

santísima trinidad: quien sentencia,
quien baja la palanca sin abrir los ojos
y quien se adeuda por no pagar la cuenta de electricidad.

me escribo con palabras inauditas
como un papel quemado a la luz del sol.

salir sin sentido, ver la niebla entrando sin aviso.

¡obsolescencia juveni!

diferenciar las características
entre aquello que perdimos y aquello que esperamos, desarrolle:

me quemo las pupilas
con cigarrillos apagados
a ver si veo algo.

rápido: una pala de metal y 1cm
2
para enterrar un corazón a punto de nacer

sepamos no dar más de lo que podemos.

me veo en la oscuridad
que cae sobre nosotros,
es una realidad crepitante,

es inútil
cortar la correa que te une con mi sombra
duele tanto como cortar los tendones
que me mantienen en pie,

es inútil no caer.

HAY/QUE/DES/HACER/SE/DES/PREN/DERSE 


ya después de eso no hay camino erguido para seguir adelante

no controlo todo lo que respiro
pero te vomito sin mirar.

me rehúso Me Niego
          me nIegO
     me niegO







escrito con massimo y caroline







viernes, 13 de abril de 2018

Automatismo, paranoia y dejadez

automatismo:
siento a mis mandíbulas
masticar
el mismo chicle 
blanco 
sin sabor,
rebotan dentro
de una cavidad
bajo el 
robótico
conjuro
de estos tiempos

paranoia:
es inmediato.
una vez que logro
poner la mente
en blanco
aparece el peligro
para pincharla
y acá adentro solo
quedan cuatro
hornallas silbando
simultáneamente
una pérdida
de gas.

será cuestión
de seguir, pulsar
reiterativamente
el botón rojo
hinchado
con la cabeza pesada
como una bolsa
de nylon negra,
es fácil. se agarra
de las puntitas
y se la apoya
despacito
sobre la almohada.
que la recojan o no
ya es otro cuento.

lo admito
hay días en los que
ni siquiera
saco la basura.
la humedad
se come las orillas
de los azulejos
del baño y el crujir
de las cañerías
tapadas de raíces
se vuelve familiar
-los árboles
son solo el sombrero
de un pulpo rabioso
y subterráneo-.

sin embargo,
también hay días
luminosos
en los que comprendo
que si no
me hago cargo
de mis desperfectos
hogareños,
habito una trampera

perpetua.






jueves, 29 de marzo de 2018

Fantasmagoría de la tercera edad

dicen
que la invocan los murciélagos
y su tristeza


que recién sale cuando 
el resto de la manzana
está dormida
planta su reposera 
en la terraza

que viuda que anciana 
que impecable de sepia
seda blanca 


que después de pellizcar 
la ropa con los broches
apoya los pies
en la palangana vacía,
se relaja,
apenas un 
segundos

que mientras 
en plena pampa 
un espantapájaros tiembla 
ante la vastedad de la noche
ella mira fijo
a los ojos del cielo
petrificada
como prendida 
a una telepatía con el más allá 

amenazando 
con que si no la vienen a buscar
de una buena vez,
jura que se tira.











domingo, 11 de marzo de 2018

La noche derramada

la noche
viene cayendo 

con su discreta armonía
de devorar tragaluces, 

heridas, huecos donde clavar 
sus dedos húmedos
y mal que pese
lo más ridículo
es extender los brazos
para contener
la inmanente caída
de lo que no queremos
asumir.


a veces
es compacta,
entera, inmutable
y malcriada,
como una niña
castigada en la terraza
de su casa

pasa los días pasa
mordiendo sus cabellos 
largos negros lacios
con los dientes
de su peine.
a veces, 
una penumbra
que aplasta.


y así como cuelga 
la melaza 
de los troncos del bosque 
-arrastrando en su columna
lo que la madera rechaza-,
la noche va creciendo
imperceptible,
inflando de nada
la sombra 
de los hombres,  
y las lágrimas 
todavía no caen, 
solo cuelgan 
de sus meñiques
como suicidas
arrepentidos.


la noche sigue hambrienta
y hasta no comerse del todo 
nuestras manos, nadie la advierte.






viernes, 2 de marzo de 2018

Parque de incertidumbres

volví a caer
lento y finito
como el chillido
de un infante
deslizándose
por un tobogán
de fibra de vidrio.

volví a caer
y no hay madre padre
verdades mentalmente insalubres,
nada de “adelante, méteme el dedo 

en las muñecas como verificación”.

no hay nada duro, nada macizo.
con la piedra de Sísifo 
rodando cuesta abajo
conmigo mismo,
qué podrá lijarme ahora
de un cachetazo
la expresión.

en mi caída libre
también descansan fracasos ajenos.
la de tu cruz oxidada,
la de tu metafísica a la gorra,
 tu quiromancia
la prefiero
con un guante de silicona
puesto
así no me sigo ensuciando
la esperanza.

volví a caer
y ahora quiero escapar de este tubo,
leer un cartel
que diga -con una mueca burlona
dibujada con el tembloroso trazo
de mi cabeza-
“cerrado por reparaciones,
por favor no se tire”,

lo peor sería
que me amortigüe
una luz blanca,
dos brazos extendidos,
un llanto soldando el principio
y el final de un mismo agujerito.






lunes, 26 de febrero de 2018

La venganza tampoco te salva de la muerte malsana

de pie, cada uno desde su mirador
de inseguridades individuales.

¿qué buscamos en el cielo?

¡oh! ¡oh! otra día más
el reluciente
culo gordo
del sol 
quemándose 
a lo bonzo.

¡qué ejemplo!

otra vez amanecer
unos milímetros
más agrietado
que ayer,
el espejo del baño y yo. 

la gran envidia
son las aves
que beben
su reflejo
sin cerrar siquiera
los ojos.
sin siquiera
devolverle
nada al lago.

la esperanza
sigue adormecida
y si me seguís mirando
me veo obligado
a enterrarte
los dedos
más largos
que me cuelgan
hasta la garganta.
enterrarte
nudos de algodón
para cortarte
el sangrado
y a la pasada,
callarte.


la venganza es un acto divino de proporciones superiores
al ataque causante
” –pensó el otro y le apuñaló el pecho
con la punta más afilada de su esplendorosa cornamenta.





La vuelta a casa

te desaparecieron las agujas del reloj
camino a casa
no así la ropa que olvidaste en el tender
mantiene los recuerdos
endurecidos como una momia,
acumula humedad y fragancias podridas
que emergen de la tierra
en madrugada,
como si lo muertos bostezaran su aliento
después de un letargo milenario.
te desaparecieron las agujas del reloj
mientras cruzabas borracho
baldíos que hacen a la vez
de basurales, telos y morgues caninas
crujientes hojas caían
con el azote brusco
del viento sur
a lo lejos alguien te hizo señas
pero no lo viste
porque ibas volviendo
cabizbajo,
con la pera pegada al pecho
-un sabueso buscador
de colillas.

caminabas por lo que alguna vez
fue tu barrio
con el orgullo incómodo
de quien traga sus respuestas 

para no sentirse presumido.
tiritabas tonto de frío
pero lo aceptaste
hasta llegar a disfrutarlo.
mañana siempre hará calor
y ojalá siempre pueda reaccionar
de la misma forma con el resto de las cosas
que están en peligro de extinción.







lunes, 12 de febrero de 2018

Queda terminantemente prohibido ingresar al establecimiento con la capucha puesta

negro,
rojo,
nace el llanto
luego el niño.

gotitas de líquido amniótico dan relieve
a la vida
que un rescatista de ambo blanco recibe,
y con La Luz, brillan arco iris
en cápsulas.

“queda terminantemente prohibido
ingresar al establecimiento con la capucha puesta”
alarma un cartel
que tu atuendo engarzado a una oz
desobedece.

Íntegra e infame
vas a venir
con la sangre colgando
entre manos
como un ramo de rosas
derretido,
al menos,
yo no hundiré las mías
en el aljibe
a juntar agua bendita
menos en la tela-barba enmarañada
de ese dios de humo
de esa pieza sobrante
de tu protuberancia,
¡razón!

¡asumí!
las directrices que disparan
las palabras
cargan con la condena atroz
de ser desmanteladas
(no por curiosos, por nosotros),

cómo será de cruel el hambre
que me cierra
la garganta,
me encinta la panza
con los brazos
no bien veo caer la lágrima
en el ojo blanco
de mi animal sacrificado.