viernes, 14 de diciembre de 2018

Cerebros amamantados con leche vencida

en la mesada, el velador apagado.
un libro a medio leer
esconde moscas muertas
entre páginas de auto-ayuda
y él que insiste
en amamantarse el cerebro
con leche vencida,
imagina futuros que no fueron
en la pantalla curva
de su parpados y fuma,
el único habito que guarda
de su niñez
tampoco es sano,
y cuando sale,
aunque nunca sale del todo
de su bóveda bestial,
lo hace embobado, señala
a los gritos, en secreto
o sin querer
desgracias que no le pertenecen
para alimentar
su autoestima y la conversación.

y en el fondo
no lo piensa pero sabe
que envidia la adicción al presente
que tienen los animales
y esa conciencia frágil e inmediata
que sacude pelajes.
y en el fondo
del dormitorio una persona
recordando
es siempre una lámpara a punto
de quemarse,
una barra parpadeante
sobre un archivo que se ha dejado
de escribir.
y quien no fue también
alguna vez
ese perro callejero, lengua afuera,
viento en contra,
asomándose por la ventanilla
trasera de un auto
sin arreglo.













No hay comentarios:

Publicar un comentario