en las pupilas gelatinosas
de la vaca
que mete y saca
mete y saca
la cabeza
por el alambrado
y atrapada y todo
feliz queda
veo yo
una libertad genuina
e inhumana
una paciencia única
que hasta podrían
terminar de licuarse
los glaciares,
volver a crecernos aletas
de un día para el otro,
como tubérculos
abandonados
en el último cajón
de la heladera,
y nada de eso
le cambiaría el gesto
una paciencia
que no logro encontrar
en el reflejo de mis pupilas
enrojecidas
en y por una pantalla
en blanca
yo que, solo me veo
metiendo y metiendo
la cabeza
en un panal sin fondo,
cuanto más adentro más espejos.
una libertad
que hasta la garganta tiesa
del mártir apoyado
en la guillotina envidiaría.
No hay comentarios:
Publicar un comentario