está rota.
es un asterisco de vidrio
con filo y sin fondo
por donde va metiendo
sus dedos perversos
el verano.
el calor regresa
con esa pretensión
de vender alegría vaga
y medicada.
ya al mediodía,
el día empieza a coagularse
y me mojo un poco
la cabeza,
me pongo la musculosa gris
que fue antes
mi remera negra favorita
que será en un futuro
apenas otro trapo de piso
abandonado
en el paladar plástico
de una palangana roja,
y así.
nuevamente
y como siempre
el tiempo corroe como nunca.
si se va,
es para volver aún más violento.
como un mar que se arremanga
hasta el antebrazo,
escupe toda la mugre
y se la vuelve a tragar,
una y otra vez,
se masturba con nuestros miedos
para no envejecer.
pienso, pienso, pienso
todo esto mientras bichos
de último modelo
aterrizan
sobre la pantalla insomne,
van reemplazando
los casilleros vacíos que dejan
las letras no escritas.
el tiempo corroe como nunca
y no está mal divagar,
soñar con dormir la siesta
en un campo sin horizonte
bajo la sombra lábil que obsequia
la copa de un árbol vetusto,
pero primero hay que asomarse
con cuidado por la ventana
y constatar si la luz
se cortó solo bajo
este techo
o afectó también
al resto de los dificios.
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