lunes, 12 de febrero de 2018

Queda terminantemente prohibido ingresar al establecimiento con la capucha puesta

negro,
rojo,
nace el llanto
luego el niño.

gotitas de líquido amniótico dan relieve
a la vida
que un rescatista de ambo blanco recibe,
y con La Luz, brillan arco iris
en cápsulas.

“queda terminantemente prohibido
ingresar al establecimiento con la capucha puesta”
alarma un cartel
que tu atuendo engarzado a una oz
desobedece.

Íntegra e infame
vas a venir
con la sangre colgando
entre manos
como un ramo de rosas
derretido,
al menos,
yo no hundiré las mías
en el aljibe
a juntar agua bendita
menos en la tela-barba enmarañada
de ese dios de humo
de esa pieza sobrante
de tu protuberancia,
¡razón!

¡asumí!
las directrices que disparan
las palabras
cargan con la condena atroz
de ser desmanteladas
(no por curiosos, por nosotros),

cómo será de cruel el hambre
que me cierra
la garganta,
me encinta la panza
con los brazos
no bien veo caer la lágrima
en el ojo blanco
de mi animal sacrificado.






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