domingo, 11 de marzo de 2018

La noche derramada

la noche
viene cayendo 

con su discreta armonía
de devorar tragaluces, 

heridas, huecos donde clavar 
sus dedos húmedos
y mal que pese
lo más ridículo
es extender los brazos
para contener
la inmanente caída
de lo que no queremos
asumir.


a veces
es compacta,
entera, inmutable
y malcriada,
como una niña
castigada en la terraza
de su casa

pasa los días pasa
mordiendo sus cabellos 
largos negros lacios
con los dientes
de su peine.
a veces, 
una penumbra
que aplasta.


y así como cuelga 
la melaza 
de los troncos del bosque 
-arrastrando en su columna
lo que la madera rechaza-,
la noche va creciendo
imperceptible,
inflando de nada
la sombra 
de los hombres,  
y las lágrimas 
todavía no caen, 
solo cuelgan 
de sus meñiques
como suicidas
arrepentidos.


la noche sigue hambrienta
y hasta no comerse del todo 
nuestras manos, nadie la advierte.






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