el peso de la lágrima,
inclinar la mejilla,
el rostro,
inútilmente
el mundo entero
para volver meterla
adentro del ojo.
tengo la vista apoyada
en un calendario ya amarillo
hay una voz que flota
y no interrumpe
nada
las células rojas
las células blancas
las células tercas y muertas
se van reuniendo todas
a velocidad de avispa
para arreglar
el cuerpo sobrante,
el daño irreversible,
al menos una mínima parte,
algo que haga valer
el ruido sordo de la agonía
breves indicaciones,
algún que otro consejo
sensato y sin sentido
expulsado
hacia el aire denso
de la habitación.
una posible imagen de dolor
comienza a fermentarse
en nuestras cabezas,
durará días,
desvelos,
nos mantendrá despiertos
como el picoteo perpetuo
del tábano
sobre el lomo
de un potrillo malherido.
No hay comentarios:
Publicar un comentario