de látex color humo mate,
nos dejamos escanear
por un ventilador
que confirma y reafirma
el peso de los rostros
mientras armamos
nuestra fogata moderna
a base de envases opacos,
colillas de ansiedad dentro,
menthoplus entre disco y disco
para que la presión
no se hunda hasta el vómito
y demás cosas
que sacamos del bolsillo
en silencio,
como un arma cargada,
para depositarlas
en la mesada de otra noche
alquilada al insomnio.
so(m)bras, verrugas, tumores,
vergüenzas que creemos
no merecer
y todo eso que le va descosiendo
el cuellito de tela
a un muñeco con tu forma.
podremos decir todo tal cual
sale de fábrica,
exorcizar los demonios
domésticos
y reír ruidosos con la boca
inmunda
como un inodoro roto.
podremos todo menos
reventarle por fin,
los ojos
a la criatura esa
que atraviesa la penumbra
y mirándote fijo
desde la punta opuesta
de la cama,
lleva su índice a los labios
como para que se entienda
que hay cuestiones
que son como el silencio:
destinadas a quedar
entre voz y vos.
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