sábado, 6 de octubre de 2018

Ya no sostiene el mismo volumen

ya no sostiene el mismo volumen. 
de a poco sus ladridos
se van alejando,
llevándosela
también a ella,
a un lugar completamente
desconocido para mí.
una oscuridad
propia y auténtica
como las que inventan
las luciérnagas cuando
se apagan.


además de llorar con la cabeza
ante lo inevitable,
apoyo mi palma
en su lomo, despacio,
para no despertarla,
apenas, como toco
una pava de acero
para ver si sigue caliente,
con la obsesión
de la embarazada que acaricia
su panza
para ver si sigue ahí.

en un tiempo próximo,
minado de angustias,
se que volveré
sobre el mismo gesto
pero esta mano
no recibirá ya más latidos,
solo tierra pegada,
pequeñas ramas caídas
de un árbol enfermo
que no da nada
más que sombra
floja.

lo que crezca de ese claro en el jardín 
llevará tus huesos
en su adn.
y eso ya es bastante.
















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