viernes, 15 de diciembre de 2017

Puntillismo

qué onda que hace más
de una hora que no se calla ese
crack crack crocante, constante,
que no me deja pensar en algo concreto
y filoso que abra de un tajo el presente.
dónde, en la estructura, en el orden,
en la geometría de este universo
bordeado tiene que haber
un huequito por ahí
para meter la cabeza,
dejarla en remojo.
una hora nomas.
descansar la carne.

a veces soy yo,
hoy son moscas mosquitos
todos los drogadepedienes
alados y por haber, cabeceando
inmunes al dolor la misma
bombilla de luz.
no entiendo la maliciosa ansiedad
de los invertebrados.
por qué me lo recuerdan
por qué no esperan a mi apagón final
para acorralarme, 


francamente, a oscuras
no me va a importar nada
que los gusanos graben
arabescos bajo mi piel
blanquecina.
ríanse de mi muerte,
hagan lo que quieran.

pero por qué tengo que compartir mi mundo con otros. 


en una hamaca paraguaya,
meciéndome como un péndulo
con un cacho de vida adentro
busco el trance.
aparezco y reaparezco
por la sombra del jardín,
así también las estrellas
en la atmósfera fantasmal
y el crepitar de un cigarrillo
a madrugada
que con gusto fumaría
sino tuviera el atado
estrujado en mi mano,
vacío,
en cinco dedos
travestidos en un puño
iracundo,
retorcido en celo.







martes, 12 de diciembre de 2017

Soñar la peste

una voz que no era la de los curiosos
que miraban de reojo
ni la de los sádicos que miraban
a través de una pantalla
dijo: "el aire que olvidaste respirar
ingresó igual de intempestivo
que una idea perversa o un parásito
de esos subcutáneos 

que a medida que se alargan
se camuflan entre las venas candentes".
 
no sé cómo ni por qué
pasan esta clase de cosas
de tener escalofríos en las tripas
y sin más preámbulos, caer
encima de la vía pública.

ahora estoy con el rostro con suerte
respirando apenas tapado del todo
con la frazada que compré
en la última mudanza.
recuerdo éste mismo calor,
 un febrero agrio,
 quiebres en proceso
que hoy son fallas inmensas, 

visibles gracias a la amplitud
que otorga la distancia.

la botellita de agua mineral al lado de la cama
para que la fiebre no suba, la sed se calle,
y un fantasma arropado 
hasta las orejas
durmiendo cinco minutitos más, eternidad 
que dura lo que tardo en despertar.











domingo, 26 de noviembre de 2017

Vía de escape provisoriamente cerrada

no vaya a ser
que me muera orquestado
por electrodomésticos
descompuestos,
cuentas caras, goteras varias,
edificios en mal estado
mal estacionados
malestares diarios
a los que me acostumbraría
si no los pensara demasiado.

no vaya a ser
que nunca más me vaya 
y siga consumiéndome las horas 
como un desquiciado,
un adicto de dentadura rota,
colas de ratas asomándose
por el bolsillo roto de mi pantalón
reflejan 
casi a la perfección
esta imagen perversa
de encierro y abandono. 

tan casi que igual afecta.




Como amainar las palpitaciones sin detenerlas del todo

porto estos dedos como
garfios afilados,
como signos de pregunta
que enganchan
todo a su paso
desde el principio hasta el fin
encierran más dudas
que respuestas
sudan se enredan se secan

y si
sé que
el tiempo
pudrirá
la carne
mermará
las ideas
y todo lo que conocemos
seguirá quemándose a lo bonzo
bajo el desquicio del sol,

qué sentido tiene llenarse
la copa con la sed
de un tercero

ni a una pared de distancia,
ni en la electrónica palma de la mano,

terminar con la idea idiota
de que la fiesta está siempre
en otro lado

minimizar las cesáreas al cerebro

y dejar de hacerle autopsias al corazón.











El mundo está muy raro para saber quién soy

el mundo está raro

titubea,
miente,
tambalea
como un funámbulo,
que se sostiene
sobre osamentas del pasado.

y de golpe
todo está tan raro.

amoldé
el refugio del refugio
al patio de mi casa,
recorté
lo silvestre
para que encastre
con mis necesidades,
pinté
y pinté mi aldea
con saliva vencida,

para qué ahora
una baba negra
salga disparada
como bala
de un pozo que
creí siempre vacío.

el mundo está raro
y hasta acariciar
la piel más familiar
puede desollarte
la yema de los dedos,
dejarte la identidad estancada
en la garganta. 






lunes, 6 de noviembre de 2017

Infiernos domésticos

la brusquedad
con que el gas da cuerpo
al fuego tiene sonido,
lo sienta en ronda,
se lo educa
como a los pensamientos
ruidos mudos
que de un descuido
pueden volverse llanto


como higienizarse
las quemaduras
con agua sucia, agua turbia,
agua que espera
por la luz en el cogote
de una canilla
que todavía nunca nadie abrió
la puerta
para ver si queda alguien
con vida.





sábado, 4 de noviembre de 2017

6PM

seis de la tarde.

hora en que las palomas
van pegando la vuelta,
señalan algo en el cielo.
hora en que los albañiles
piden otra, fuman
beben, ríen, limpian
el gris de sus manos
con el costado frío
de una botella de vidrio, 
van a la contra de los autos
a la sombra de la ciudad,
pegan 
la vuelta casa
empuñando con fuerza
los cuernos de sus bicicletas. 




miércoles, 18 de octubre de 2017

Acritud vespertina

a los golpes la ciudad
te levanta la vereda
y de la cama
ejercen martillazos
que dejan moretones
sobre el hormigón
tartamudean los taladros
kilos de máquinas y cables
el exterior entero
se contorsiona
para atravesarte
todos los agujeritos
y ojalá tuviese párpados
en los oídos -pienso-
mientras reactivo
mi presencia con un ladrido.
puteo, luego existo.

hoy no hay sobremesa
ni plato sucio
para usar de cenicero
y quedarse haciendo fiaca
en esta tarde de brazos
agobiados inertes
como anguilas sin carga
descansa mi apatía
sobre mis rodillas
me mira fijo.
ella también quiere que la acunen.






sábado, 7 de octubre de 2017

Desintegración

un trato hecho
mierda
esparcido
sobre dos palmas
abierta
s
las venas
hinchadas
por una pulseada
entre egos
los cuerpos
ignoran

los barriletes
se quedan
bailando
se alejan
tan lejos
están 
que 
le llaman
distancia
al hueco
incubado
en la unión
de sus manos.






jueves, 5 de octubre de 2017

Cómo acariciar algo en exceso sin desollarse la yema de los dedos

cómo aseguro mi identidad

sobre qué mármol petrificar esto
que me ocupa

me inquieta saber que algún día
la puedo perder

como las llaves de mi casa
la inocencia, dios, el amor,
las palabras
no tienen escapatoria
una vez que se está boca abajo.

me inquieta que cualquier día
puede ser el día
que al entrar al baño
no me reconozca
y un retrato encerrado
en el espejo
me llore en la cara

litros de lágrimas
celestes cayendo
de cabeza como suicidas
ebrios,
de la única botella
que queda nacerá
una galaxia de vidrio
en el piso,
en la heladera
todavía conservo
el vacío en frascos
con salmuera.

sé qué la gravedad
es un ente maldito
que aprisiona
y sino mírenme aquí
soy un maniquí,
una estatua,
una joroba amalgamada
en la espalda del planeta
que aunque no parezca
de algo engorda.

por eso sé que
de a poco,
irán cayendo
más y más litros
y a medida que el agua
vaya levantando
su lomo de bestia
adormecida
me comerá los pies,
el inodoro hará gárgaras
y colgada en mis clavículas
trepará centímetros
y vértebras

vendrá directo
hacia mí a taparme
con una mordaza
la boca, las quejas,
las palabras dejarán
de reventarse
al llegar a la punta
de la lengua,
serán burbujas
escapándose
por los atajos
que le ofrecen
mis comisuras
 violáceas,
 mortecinas,
son un tajo 
en un cofre
abandonado 
en el fondo del baño







martes, 26 de septiembre de 2017

Lo infame es la anatomía

me desconozco.

me salió otro lunar 
encima de la prótesis
si es que puedo
llamarlo así
                  al cuerpo
lo llevo en andas pero
no me apresuraría a decir que

padezco síndrome de Estocolmo.

a lo mejor, solo nos gusta
experimentar el peligro juntos,

hubo en tiempo en que corríamos
descalzos alrededor
de una pileta, livianos
y sin deudas personales.

eso sí que era vértigo
 un vértigo que nacía de mirar hacia abajo
 y no hacia adelante.

después caímos a la profundidad.
el mundo adoptó un sonido difuso 
sin bordes, imponente y sincero 
como la voz de un gigante tartamudo.  

hubo otra vez que pisé un hormiguero
 más de mil patitas unidas 
 por la urgencia y la sed
 escalaron mi pierna izquierda. 

bah, eso creo, 
como que nunca 
se llega a saber bien
que hay más allá 
de los recuerdos en loop.
a la infancia la mandaron 
a dormir temprano
sin bañarse, sin comer.
la pulieron a la medida 
del trauma y del deseo
-dos extremos de una misma serpiente-
¿pero entonces qué pasó?

muchas son las cosas que no sé
pero la más urgente:
por qué me siguen
saliendo lunares
en partes del cuerpo
que desconozco
su funcionamiento.

nunca se está preparado para que lo familiar
venga encapuchado como un intruso
a desterrarte de tu 
hogar.






sábado, 16 de septiembre de 2017

Cuando la pesadilla es despertar

me despierto
titilando entre bostezos
que anulan y desnudan
los sonidos para imponer
su propio idioma
(mudo)
y en el baño, constato
frente al espejo
que más allá de esta nebulosa
hay un cuerpo amanecido
dos ojeras
y un escupitajo con saña
al paladar del lavamanos
para que la sangre
viaje hacia otro mundo
(oculto)
donde las arterias
tampoco dejan verse
corroídas.

afuera,
los vecinos presentan quejas por ruidos molestos.

adentro,
una cajonera irregular guarda dudas al azar.
 -¿cuántos latidos consecutivos hacen de algo un cuerpo vivo?
 -¿cómo corto la correa que me une con mi sombra?
 -¿qué convierte una casa en un hogar?

en cambio, en los bordes,
cualquier cosa es certeza.

los latidos
son hormiguitas
en fila que el
vértigo infla.
dedos de un
pie descalzo
tamborileando
sobre un serpentario
vacío.




jueves, 24 de agosto de 2017

Aislamiento

sin darme cuenta
se me fue enterrando
el cráneo 

adentro del ombligo
hasta terminar
desgarrándomelo. 

recuerdo visual: la sangre,
-esa baba fantasmal
que aparece sin ser llamada
cuando todo colapsa-
chorreaba a cántaros
por los pétalos abiertos
de una flor nacida
por accidente.

¿no es eso el 
aislamiento?

coagular la luz,
construir una madriguera
con el propio cuerpo,
egoísmo naufragando
en las costas de la isla.

y todo eso ¿para qué?

para qué seguir sosteniendo 
este escudo de carne y hueso 
si total el sol igual invade
a sablazos mi persiana
me envuelve en su rutina
de ruleta rusa,
me clava su mirada incisiva
de cíclope sin pestaña
hasta calcinarme la espalda

y me arde
y la palpo,
lento pero seguro
y aseguro al cielo:
mis omóplatos son fósiles,
vestigios de una prehistoria
en la que sí podíamos volar.



viernes, 18 de agosto de 2017

Incubación parcial o cómo soportar una gotera

solo pido cinco minutos seguidos
 de un abrazo sentido,
 de una cama para este cuerpo marchito
solo pido
 una bañera hasta el tope
 y la posibilidad de hacer un vientre
 con lo que tengo a mano
solo pido no volver a escuchar más
al termotanque,
su tos de perro virulento
que precede al silencio.
 
el tembleque absurdo de mis dientes 

también me asusta,
pero me asusto más
cuando estoy afuera
en la destemplanza
el horizonte es una cuchilla filosa,
un telón rojo sangre que cae
del cielo al techo
de mi cuarto,
el insomnio que cae al centro
de mi frente y
 me tortura 
con su peso muerto de gota china.

y qué frío que hace en este vientre mío.



jueves, 3 de agosto de 2017

Pulmones en alerta

mientras me hamacaba
en la oscuridad de mi bombilla de luz:
el horror. 


sonó como una pila de ladrillos desmoronándose
sobre un par de cráneos desafortunados
y dejó condensada en mi habitación
la resaca de un ruido obeso y expansivo.


junto a un cigarrillo perfectamente 
momificado por el tiempo, 
el café hasta el tope, frío.

el sentido de la vida 
los latidos y éste mediodía.

salvo el silencio, todo se ha vuelto tan chiquito
que aprieta.

ahora la manzana entera 
se va acodando lentamente
en el borde 
de la ventana 
y agazapados como gárgolas
preferimos, 
vaya a saber uno
si por impulso 
o por seguridad, 
inhalar oxígeno del mismo pulmón.






Desborde

le improviso pasos transversales al destino
mientras siento al yunque dorado en el centro del cielo
opresivo amenazando con caer

el umbral se avecina ante mí y me arden los pies
a través de un sendero de carbón se descascara mi piel

cachetazos al aire
un enjambre me rodea,
lo maldigo y pierdo fuerzas
no me invitaron al banquete pero soy el plato principal

¿cuánto falta para encontrar la paz?

avanzo un poco más
y veo al mundo duplicado sobre el agua,

¿será ésta la paz que tanto ansío?

o este río es solo el llanto triste de un gigante lejano
abandonado en las alturas,
en algún rincón de este fósil redondo antes de que aprenda caminar

si fuese así
¿quién soy yo para nadar en sus desgracias?

si tan así no fuese
y fuese yo ese gigante
¿quién nadará empachado de gozo al ras del lecho de mis lágrimas?

tal vez la respuesta sea
una botella abierta despidiéndose de la orilla
con un mensaje en blanco en su interior

o la vida
 que es lo mismo.




*enero '16

Cuervos

¿Tan pronto se te acercan?
siento al firmamento
como tu última estadía

¿No lo ves?
es el vuelo de los cuervos
que vigilan tu agonía

¿No percibes lo que viene?
a lo lejos lo presiento

Sobre la cuerda
los caranchos merodean.
-centinelas del balanceo-,
a la espera de que caiga
otro cuerpo en sus bandejas.

Seco y magro
como el tuyo

Tenso y malogrado
entre los yuyos.

Pronto carcomido

Lógicamente abandonado

No habrá nada más que hacer.
Vestigio de mi ser serás y espero que el impacto de tu luz
algún día, en mil llantos, me encandile.





*enero '16


viernes, 14 de julio de 2017

Algo viejo, inconcluso y mutilado

Cuando todavía no habían encontrado a Hernán, el lado derecho de su rostro estaba estampado contra la ventana. El cinturón de seguridad le apretaba el cogote, lo ahorcaba cual tentáculo y le tapaba, apenas, parte de su boca, como si fuese más un intento de mordaza improvisado por un asaltante que el efecto contraproducente de un instrumento utilizado para minimizar daños. Las venas sobresalían de la piel. En especial, de la frente. Desorbitados, sus ojos se movían sin detenerse en un punto de vista definido. Le costaba mucho respirar, y en absoluto, gritar. Por suerte, contaba con todos sus dientes, intactos, sanos, blanquísimos para un joven de su edad -eso sí, con su lengua reconoció que su rebelde diente de leche se había aflojado un poquito-. Pudo haber recurrido a ellos para aunque sea morder, deshilachar un poco el cinturón que le apretaba el cuello, le hinchaba la yugular hasta hacerle sentir el golpeteo seco de su propio pulso pero las encías no respondían. Las tenía acalambradas, duras de los nervios, así que gritaba y se retorcía en su lugar. Gritaba la misma vocal una y otra vez, más por instinto que otra cosa. Nada de palabras, ya no quedaban. La lengua, los dientes y la mente, totalmente desincronizados. Solo gritos.

Un horizonte fino y alargado. Un auto hundido en la banquina. El viento que se corta con la urgencia de una onomatopeya. Y sigue su rumbo.

Hernán estaba desesperado y su imposibilidad para respirar comenzaba a ocupar de a poco cada rincón de su mente. Desesperación que funcionaba bajo la lógica de un vórtice: cuanto más pensaba, más se asfixiaba. Y lo peor de todo esto, era que él se daba cuenta.

***

Abrió los ojos. La luz del mundo nunca lo había cegado tanto. Según lo que suponía, la muerte debía ser un espectáculo trascendental, una sensación capaz de humillar a cualquier pesadilla mundana. A lo largo de sus quince años había sentido el murmullo de la muerte, siempre debajo de su almohada. Las pesadillas, suponía, era lo más cercano. Hernán había muerto ya varias veces: al caer en las fauces inmundas de su abuela al rechazarle una tercera porción de torta. A causa de una mezcla entre asfixia y agonía después de haberse perdido en las mangas de una campera. Había reventado su cabeza contra las vías de un tren y había conducido un tren hasta reventarlo contra el paredón de su escuela. Había visto la muerte vestida de mil maneras distintas y esta no se le parecía a ninguna. Suspiró y entonces, aseguró estar vivo. Pero más allá de una celebración interna al sentir el corazón prendido, cada extremidad encajada en su lugar y sobretodo: sentir, sentirse, sentirse humano; Hernán quería caminar, comprender su situación, pedir explicaciones.

Pensó en llamar al único médico a la vista, pero notó que llevaba los auriculares puestos y liberaba una tranquilidad al secarle la sangre de la nariz a un anciano con un pañuelo, como a un mueble, que prefirió no molestar. Al fin y al cabo, él ya se sentía bien. Bajo de la cama, y con el mismo grado de disimulo que de confianza salió de la habitación. A primera vista, los pasillos del hospital le parecieron vacíos- recientemente vacíos. Caminaba con ímpetu para amplificar su presencia, pero era en vano, ni un alma. Si es que el edificio había sido evacuado, se habían olvidado de darle aviso a su cuarto. El cielo raso se desarmaba en escamas y las paredes estaban sin revocar. Para colmo donde debía haber foquitos de luces prendidos, caían cables pelados, escapándose del techo. Había sillas de ruedas en el medio de los corredores, carritos para transportar comida asomándose de otros cuartos, una gotera cayendo dentro de un balde –ya rebalsado. En el piso, muchas curitas. Si alguna vez hubo vida, había llegado tarde.

***

miércoles, 12 de julio de 2017

quince grados bajo cero a la intemperie

imaginate una gripe toda
gorda y peluda y panzona
y con sus más de ciento veinte mil
tentáculos aleteando desesperados
junto a otras ciento veinte mil gripes
apretadas de tanto ajetreo -maples
en tu torrente sanguíneo. 
imagínate
cómo suenan tus costillas
cómo es estornudar y escuchar
que hay algo adentro que se quiebra
polifonicamente, imagínate cómo
aumenta de tamaño la maleza crece
más rápido que el pensamiento, mírala
cómo gana espacio en tu invernáculo,
la serpiente enrollándose en los tallos,
la técnica de la llave aplicada
en cuellitos diminutos.


dejá los nervios en el cenicero. dejá

que te embarguen el aire, de a poquito
el cuerpo pierde su espesor, se desinfla,
la flaqueza de lo finito.
imaginatela
y no llore
s.




lunes, 19 de junio de 2017

Otras formas de par(t)ir

gorgotea el mar
eructa litros de sangre
contra las rocas y en la cara
de los padres todavía
el drama le quita espacio
al dolor.

también, la presión alta
y el colesterol, la taquicardia
y la depresión baja la calidad
de vida
-comenzando por los pelos
en la almohada.

y cómo gorgotea el mar
y con qué irreverencia eructa
la sangre

y considera esos aplausos
provenientes de la playa
todo un signo de aprobación
de un espectáculo tan aberrante
que de seguro ni él comprende.










jueves, 15 de junio de 2017

Rutina

que mi andar sea centrípeto,
ése no es el problema.
sí que todavía no esté mareado.



sábado, 3 de junio de 2017

Tabula rasa

por orden del caos,
mi atención se descarrila
mis pies no coinciden
con la maleabilidad del espacio
que contemplo.

una pollera ancha
recubre media señora de media tarde de edad
el futuro guardarropas
de sus nietos cabe en todo ese nylon
y el sarcasmo
se pregunta
si angostaron
la vereda.

empiezan
los insultos
en los ojos
de los otros
y todo ocurre en voz alta
y con la boca cerrada
como decreta el siamesismo

la calle es una red atiborrada
de soliloquios nerviosos
cómo éste,
como el suyo, señora:

las bolsas de arena al piso,
inmolarse y subir.

obsequiános la tabula rasa
que se trizen
 estos huesos
que la tiza un vez que se hace polvo

ya no puede escribir.











lunes, 15 de mayo de 2017

Partidas de nacimiento impresas sobre boletas vencidas

me rehúso a asumir
las deudas del primer hombre,

y a dejar que se acumulen
junto a las mías
en la mesa de todos los días.


y así y todo, no hago un carajo

la línea sigue cortada y yo 
me quedo
contemplando
la carcasa del teléfono
la llamada que no llega
 la corteza de las cosas

 el brazo extendido,
 el caramelo a un metro del niño
 el llanto.

¿la vida o el suspenso perpetuo que antecede al final?

cargo con la pulsión caníbal de deslizarme la cutícula
alimento que no llena, 


¿y a vos vampiro, te pasa lo mismo?

beber copas y copas
hurgar capas y capas,
y ver la sangre roja 
correr
y después más piel,
y milhojas de carne que aún quedan por marcar

y otros miles de cuerpos prendidos a un mismo esqueleto


 hacen que la antropología se reviente los  sesos
 frente a lo que no puede alcanzar.




domingo, 7 de mayo de 2017

el noble arte de arrojarse desde el borde del mundo y arrepentirse

ontología de una fábula:

si la sed es un hueco podrido en la garganta,
un espejismo acuoso sobre el asfalto de una ruta a ningún lugar,
o un paladar enfermo

¿qué más da?

beban,
bebamos,
embriaguémonos
con la baba que cuelga de este retrasado dios idiota.

el deleite de los desamparados

colecciones de confesionarios: 


jesús atado con un cinturón en el cuello
al apoya cabezas de una cama victoriana
vestido de cuero
con una manzana en la boca
gimiendo
mientras le vomitan perdón
sobre las heridas.

lo que me hace imaginar
que el cielo no es un deshuesadero
como tienden a enseñarnos,
sino un burdel vip donde san pedro es patovica.

en una escenario así de libertino,
el goce clausura el dolor
y las lágrimas se vuelven espesas y blancas.

y frenético es el movimiento de las caderas,
genuflexiones del sometido

¿y ahora que la tempestad se avecina, qué más queda por desmantelar?

bendita es el agua que gotea de los techos
pero sobre todo,
bendita la virginidad de la matriarca
la hilacha suelta
la carcajada final que dispara el mito.

las lenguas adorando
la humedad de las paredes,
las manchas del pecado,

el agua se escapa
por traqueotomías clandestinas,

la madera se pudre como la vista.

se anega el nido de ratas
sus chillidos guturales me trizan la dentadura

ellas son quienes corean la oda a la miseria
las que serán mártires
y resucitarán al tercer día.

en un acto de desesperación,
convertiré mi manotazo de ahogado
en un cachetazo
a la campanita que dentro de mi boca se mece,

devolveré lo que me fue regalado
que no pedí
que no quiero
que no me pertenece,

contemplarán a un volcán ebulliendo de mis madrigueras

vomitaré las ratas contra las caras atentas de los cuervos,
crucificaré a cada una de ellas por sus colas

rindiéndoles memoria en mis más atroces sueños
donde son ellas quienes roen mis tobillos
y son el jurado de un proceso
en cual no tengo defensa

ni boca
que grite alguna queja,

ni cuello
para cumplir con la muerte, mi condena

contando solo con el torso enfermo, roto, partido
a un lado de una habitación donde no quepo, ni respiro

llorando, quejándome del maloliente crucifijo que está clavado en mi pecho.

es el miedo éste
de tener el corazón despojado del cuerpo,
jadeando con cada respiración

sosteniendo en mis manos las colas extirpadas de nuestras salvadoras
a modo de castigo divino

empapándolas de angustia,
bendiciéndolas

muriéndome de sed.


*escrito con Massi




sábado, 22 de abril de 2017

Carne

Como un pétalo
abierto de piernas en invierno,
un hombro
al escaparse de una blusa
gana presencia
entre dos cuerpos helados
y hace de la fragilidad del silencio
un hecho palpable,
                            -donde
 nadie pide nada
 más que todo
 sin palabras
                            -donde
 todos desean
 otras formas
 más placenteras
 de quedar atrapados en la pulpa de la lengua.


Cuando las fuerzas viscerales
ya no entren en la ropa
habremos subido otro nivel en la ventriloquia.


Después, vendrá la frustración.

Despertar y reconocer la muerte
en ese aliento pútrido 
que desprenden
 los sueños
 cuando ni bien dejan de serlos.


      

sábado, 8 de abril de 2017

Insomnius

mía
debería ser la noche,
pero es la hora de las máquinas

y se me enciende un servicio de inteligencia
en la lámpara de mi cabeza

y por favor,
espero que alguien comprenda este idioma
de acento óxido

¿o si no, qué?

cuánto ruido raro
tras la ventana que ya no sé
si son risas,
rezos,
murmullos de una posible
conquista

¿faltará poco para ser ficción de la ciencia?

====================================

un sueño,
debería ser mi noche
pero no sé porque las calderas roncan
y yo no.






Hábito

Es tradición que
el estrado esté vacío
cuando más lo necesito

Más que
misericordia,
otra reacción
no encuentro
para
      mi ser en discordia.

Rascar la piel
hasta hallar
los clavos
-y con la otra mano-
clavar las uñas
hasta acallar
el llanto.





martes, 21 de marzo de 2017

El hilo de la cuestión

Otra vez
el hilo de la cuestión
cosquilleándome la cara interna
del pescuezo,

una caricia un anzuelo una pluma 
suave negra de ave apoyada 
en mi desvelo.

/Incomodidad,
¿cuántas más cabrán en la costumbre que me ocupa?/ 

/Injusticia, 
coetáneo de una sombra que custodia mi decrepitud –y no envejece./

Miraré sin miedo 
la palma de esta mano
que cuelga
inerte
como una horca,
recorreré sus coordenadas
hasta perderme en la encrucijada
que la agota.

Quedará 
un manuscrito grabado en la carne
y yo aferrado a mi fiel aforismo:
 esperanza es persignarse
 la frente
 con el pico de un cuervo,
 -cavar hondo hasta la lobotomía.







sábado, 11 de marzo de 2017

Craneando copias de lo mismo

De pura naturaleza intrusa
fue
que entró
sin ser visto,
como la ambición dios el amor
que te hace descartar
la voluntad
tirar las cartas nativas bajo la manga.

Un intruso avezado a la hora
de sacarle
el crédito al cuerpo
es el sueño
y sus galpones de la memoria
 ocultan impunidad,

cosas que se tapan con cosas
 que destapan,
asesinatos macabros, castigos
 que escurren sangre,
cosas imperceptibles a la vista
 y demasiado grandes
 para hacerlas encajar en el mundo. 


Pero de pura naturaleza intrusa
fue
que entró
sin ser visto
al vientre de mi cerebro
y ahora,
se acomoda en el trono
que le presto.


El enano existencialista 
fuma en pipa 
y con pedantería pregunta:
¿cuál es el extremo más inútil del día?








viernes, 10 de marzo de 2017

Cimarrón

el hueso
no soporta más fe
y el perro
no soporta al hueso,

hace pozos en el jardín
rasca impaciente,
cimarrón.

el dueño no sabe,
no escucha, no entiende
 
por creer que es diversión,
ante todo: reprensión.

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hasta la apatía interrumpen





sábado, 18 de febrero de 2017

Halo

Sable de luz
hunde cortinas
hast­a que las hace sangrar.

El aroma del sol
es naranja y hierve.

Si lo huelo
me enveneno.

Y lo veo.
Y otra vez ciego.




jueves, 26 de enero de 2017

Otra pala, otro pozo, otro trozo de recuerdo

Parece mentira
que pasado un tiempo
lo que nunca se tuvo
realmente
se pierda
bajo las uñas
de los árboles
y la patológica manía
de la enredadera
     la maleza
     la hiedra
por recubrir el pasado
hasta el hartazgo

Si no es musgo,
algo alga hongo
lo que sea que crezca
en los bordes
del armario
      cementerio
de muñecos calvos,
pelotas desinfladas
y dejáme la puerta un poco abierta
que si no me muero mudo de congoja


Parece que la entereza
de lo verde va en serio,
crujen las ruinas y se trizan
los recuerdos más trillados

Donde hubo ojos
solo cuencas
donde ahora
nacen tallos
flacos,chuecos,
lánguidos, convencidos
de que la última mueca
no es festín de gusanos
no es más leña a la nostalgia.


Solo,como todo, propiedad de la naturaleza



miércoles, 11 de enero de 2017

Desde el lado enfermo del anhelo

Dónde estará el eje estable
de las cosas
me pregunto
desde su anverso: el lado enfermo
del anhelo

“es inevitable” me susurra una idea
de voz impostada
prestada de otros

es esa maleza
que crece en mis contornos
una máscara moldeada a golpes
//estos gestos a la defensiva serán mañana
rasgos faciales sobre mis orillas//

Esta necesidad del necio que aspira al deseo imposible
desaparecerá
cuando el viento agote su azote y con mirada cansina
el mar se arremangue hasta el antebrazo.

más allá del lado enfermo,
más allá del anhelo
más allá de todo
tristemente
las olas siempre traman algo