te levanta la vereda
y de la cama
ejercen martillazos
que dejan moretones
sobre el hormigón
tartamudean los taladros
kilos de máquinas y cables
el exterior entero
se contorsiona
para atravesarte
todos los agujeritos
y ojalá tuviese párpados
en los oídos -pienso-
mientras reactivo
mi presencia con un ladrido.
puteo, luego existo.
hoy no hay sobremesa
ni plato sucio
para usar de cenicero
y quedarse haciendo fiaca
en esta tarde de brazos
agobiados inertes
como anguilas sin carga
descansa mi apatía
sobre mis rodillas
me mira fijo.
ella también quiere que la acunen.
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