abierto de piernas en invierno,
un hombro
al escaparse de una blusa
gana presencia
entre dos cuerpos helados
y hace de la fragilidad del silencio
un hecho palpable,
-donde
nadie pide nada
más que todo
sin palabras
-donde
todos desean
otras formas
más placenteras
de quedar atrapados en la pulpa de la lengua.
Cuando las fuerzas viscerales
ya no entren en la ropa
habremos subido otro nivel en la ventriloquia.
Después, vendrá la frustración.
Despertar y reconocer la muerte
en ese aliento pútrido que desprenden
los sueños
cuando ni bien dejan de serlos.
¡Bellísimo! Cada vez más interesantes tus poemas...!
ResponderEliminarAbrazo
Cecilia