jueves, 5 de octubre de 2017

Cómo acariciar algo en exceso sin desollarse la yema de los dedos

cómo aseguro mi identidad

sobre qué mármol petrificar esto
que me ocupa

me inquieta saber que algún día
la puedo perder

como las llaves de mi casa
la inocencia, dios, el amor,
las palabras
no tienen escapatoria
una vez que se está boca abajo.

me inquieta que cualquier día
puede ser el día
que al entrar al baño
no me reconozca
y un retrato encerrado
en el espejo
me llore en la cara

litros de lágrimas
celestes cayendo
de cabeza como suicidas
ebrios,
de la única botella
que queda nacerá
una galaxia de vidrio
en el piso,
en la heladera
todavía conservo
el vacío en frascos
con salmuera.

sé qué la gravedad
es un ente maldito
que aprisiona
y sino mírenme aquí
soy un maniquí,
una estatua,
una joroba amalgamada
en la espalda del planeta
que aunque no parezca
de algo engorda.

por eso sé que
de a poco,
irán cayendo
más y más litros
y a medida que el agua
vaya levantando
su lomo de bestia
adormecida
me comerá los pies,
el inodoro hará gárgaras
y colgada en mis clavículas
trepará centímetros
y vértebras

vendrá directo
hacia mí a taparme
con una mordaza
la boca, las quejas,
las palabras dejarán
de reventarse
al llegar a la punta
de la lengua,
serán burbujas
escapándose
por los atajos
que le ofrecen
mis comisuras
 violáceas,
 mortecinas,
son un tajo 
en un cofre
abandonado 
en el fondo del baño







No hay comentarios:

Publicar un comentario