gusta de acariciar su vello facial
como a cualquier animal
que le pase cerca.
Hermosa es la música
que hace sonar
cuando pasa deslizando
su palo por las rejas de las casas
porque para él todo es hermoso.
Sin eco. Una vida en grado cero
carente de contrastes.
Un hotel abandonado
alumbra su imaginación.
En el piso más alto, un candelabro
de tanto en tanto titila.
Le debe haber quedado electricidad
en el cableado.
Al niño bobo le quedó un shot
de arroyo adentro
y escucha todo como atrapado
en una cabina de plexiglás.
Si llegás tarde y subís
por la calle céntrica,
seguro te saluda.
Algunos le contestan,
otros lo ignoran,
todos lo recuerdan.
El niño bobo amansa
los perros sin correa con la mirada
y para no perder la racha de felicidad
revienta un sapo de un ojotazo
y se parte de risa.
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