martes, 30 de septiembre de 2025

Panamericana

Risas y ecos contra los vidrios
de la planta industrial
que por un tejemaneje se secó.
La Panamericana brilla como un tramontina
en las afueras de la capital.
Canchas de fútbol donde el césped amarillo
tímido ya no hace sonido al crecer.
Concesionaria de maquinaria agrícola;
fundidas, claro está.
Babilonia, Honolulu, Discreto. Eros. El Dorado.
Los nombres de ensueño de los telos
pasan como un paño sobre las gafas
de un camionero acelerado: la YPF, la banquina
o mear en la botella
y acabar, por fin, con este martirio.






Noche hecha concha

La cantidad de energía puesta
en la tristeza abstracta de los grandes escribas.
Las canciones de la temporada
sonando a jeringazos en los auriculares.
Nada tienen que ver
con esta noche hecha concha.




viernes, 26 de septiembre de 2025

Sobre la esperanza

queriendo pegarle la suela
a su zapatilla favorita, comprando
pegamento para no pagarle al zapatero, apretando
con dulzura el pomo para que salga su contenido, untando
con un cuchillo de manteca la sustancia
para que se impregne al calzado, esparciendo
sobrantes de adhesivo antes de que se seque, presionando
la punta contra la pared, empujando
con fuerza el talón contra la mesa, rogando
que le salga una entrevista esta semana.






martes, 23 de septiembre de 2025

Algo pero no se qué

Ponele que tardamos tres horas.
Ventisca, atención a las pisadas,
el aire entrando en comba por la nariz.
Alrededor de una antena,
unas vacas descansaban
con el monte sosteniéndoles el mentón.
El viento tubular me lustra
los oídos con su hisopo invisible.
Algo de arena se desprende
y entra a mis párpados.
Calma de pronto que al final no dura un pedo.

Por el cono de un megáfono 
la voz de la feria municipal 
trepa re gede, encara, sube,
amaga, sigue, ta ta, taaaaa...
se sienta al lado mío y me distrae
de lo que estando acá en la cima debería sentir.
















El niño bobo

El niño bobo no sabe afeitarse,
gusta de acariciar su vello facial
como a cualquier animal
que le pase cerca.
Hermosa es la música
que hace sonar
cuando pasa deslizando
su palo por las rejas de las casas
porque para él todo es hermoso.
Sin eco. Una vida en grado cero
carente de contrastes.
Un hotel abandonado
alumbra su imaginación.
En el piso más alto, un candelabro
de tanto en tanto titila.
Le debe haber quedado electricidad
en el cableado.
Al niño bobo le quedó un shot
de arroyo adentro
y escucha todo como atrapado
en una cabina de plexiglás.
Si llegás tarde y subís
por la calle céntrica,
seguro te saluda.
Algunos le contestan,
otros lo ignoran,
todos lo recuerdan.
El niño bobo amansa
los perros sin correa con la mirada
y para no perder la racha de felicidad
revienta un sapo de un ojotazo
y se parte de risa.








Uno de los ojos de el Manu se arruga y late irregular

Uno de los ojos de el Manu se arruga
y late irregular al enfocar el carozo vítreo
de un mineral. Despedaza en comentarios
el porqué de algunos atributos
y no me queda otra que aprender.
Yo de piedras conozco lo que veo,
lo que sus cualidades particulares
me permiten poetizar.
En el bolsillo de la mochila
encontré tres que levanté al bajar
del monte y dos más en el lavarropas
después de que desarmé el bolso.
Ninguna es mi preferida pero es
lo que en ese instante destacaba
por sobre lo había. Algunas son más blancas, otras
marmoladas, algunas dan la ilusión
de cubrirse con una capa de spray si son expuestas
al sol. Casi todas, del tamaño de un quinoto,
cosa de transportarlas con facilidad.
A mi me fascina una que nunca vi.
La imagino dura, casi opaca, un relieve acneico
de negra densidad volcánica.
El peso del plomo. La gasa negra y blureada
de lo que para mí es el hierro. Y la fácil
extracción del carbón. Algo concreto y ordinario.
Elemental sin la despersonalización
de lo banal. Más redondeada que un ladrillo.
Menos cuadrada que un canto rodado.
Una yema ensayando su vals
bamboleante dentro de un huevo.
La piedra que más me conmueve
es la que encaja mágica en mi cabeza
en esta tranca vacación cordobesa.







Sticker

Rodillas en pliegue todo el trayecto.
El tábano que se abría a nueva mañana
le agarró un golpe de calor.
Pisoteado, amalgamado, hecho percha,
desde la ventana del colectivo estacionado
lo veo descomponerse con fiaca
sobre el asfalto. Donde tumbó, quedó.
A otros insectos les tocará estrolarse
contra las lunetas
y con un trapo de rejilla húmedo
serán removidas, perderán su forma
y desaparecerán en los sistemas
de ventilación de los autos.

Los animales atropellados tienen dos destinos,
todo depende del tamaño y del grosor
de los huesos. O mueren. O agonizan
y mueren. O se escapan, agonizan y mueren.
O se escapan con su politraumatismo
detrás de los matorrales
y mueren a los días chocados
por un nuevo conductor.
Familias que viajan en camionetas
con los pelos al viento, el vidrio bajo,
reciben el vaho que animales muertos
a la vera expulsan.

A veces una cuadrícula de trabajadores
comunales caen equipado con balizas y carteles,
vestidos de flúor y bajo las estrellas
retiran con espátulas y herramientas
los cadáveres. A veces queda algo
de cuero pegado, plumas, sangre,
una lengua suelta sola disecada
sobre rutas argentinas.









lunes, 8 de septiembre de 2025

Una cuestión enzimática

pidió permiso, empujó, rajó, salió por la puerta,
esquivó uno, dos, tres personas, se estancó,
dos filas atornilladas al engranaje elevador,
contempló los murales celestinos cascarados
en el túnel del subte: escamas que homologan
el cielo que decora la superficie, desesperó,
por un segundo, decidió, incrustó sus manos
entre los cuerpos paralelos de una pareja
sin tema de conversación y los despegó
para adelantarlos ¡cómo nubes! más fácil
de lo que pensaba, subió, escalón uno, escalón dos, 
de un caderazo al molinete salió
 por la salida 4,
la que termina en una feria minimal
de cuatro puestos de manteras sobre calle Lavalle.
el eco del pasamanos financiero dicho alto
y bajito a la vez, en dos tonos, biselado
como un lápiz con la punta rota.
esquivó a los alumnos de un renombrado colegio
y de lo apurado que estaba, no los odió,
no pensó que bajo esas chombas quedarían a cargo
los hilos flacos de la economía del futuro,
esquivó autos y motos mal estacionadas
de repartidores, oficinistas y secretarias que marcan
como una firma el labial en vasos de telgopor,
no supo donde se aireaba de gente la vereda,
no llegó a meterse a un café o no se animó,
no aguantó y entre una Iveco y un conteiner,
estacionado frente a un local donde se modulan
los valores que sostiene el armatoste, vomitó
ese pancho tan rico y en salsas colorido
que un puestero una hora atrás le vendió; calentito, 
la trama romboidal de la servilleta, tres mordiscos.












martes, 2 de septiembre de 2025

Especulación

O la velocidad que te hace hablar de más.
O el dorso denso que protege una emoción.
O la pierna que a un perro un auto le arrancó.
O el animo inestable, las tragedias, los demás.
O es otra rotación o algo del más allá.
O la degradación al tomar poco sol, dormir peor.
O el gas entre palabras, acrobacias, bla bla bla.
O el amor que sube, reluce su aleta plateada
y se entierra de nuevo en las profundidades inaccesibles.







lunes, 1 de septiembre de 2025

Situación

Todos cargando una piedra
de baja combustión.

Este presente es nuestro
acá nada nos pertenece.

Todos hablando a los gritos
en sus cabezas.

Este silencio es tuyo,
no lo malgastes.