jueves, 24 de enero de 2019

Sarpullido de edificios

la ciudad es un sarpullido
de edificios,
 de ruidos,
de miradas
que no te merecen
de partículas rasantes
que te atacan el cerebro.
pero eso no porque
eso es lo obvio.
es decir,
también apuntan y disparan
las mentiras,
los aspersores que hay
escondidos en la plaza,
escupen agua
y dejan reverberando en el aire
un eco verde,
el ronquido de nubes densas
y la lenta expansión de un lago
al pie de una montaña nevada.
amasando
y amasando la oreja
se puedo escuchar
el empuje de un plantín
despegándose de la gravedad,
creciendo solo,
a lo lejos, sin maceta.


¿acaso no queremos todos lo mismo?

un sentimiento privado
una quietud finita
entre tiempo y espacio,
un lugar del mundo
al que nadie ha ido
un campito donde
tu nombre 
caiga 

como una fruta pesada 
y pesada en la tierra 
se pudra.
una plaza sin contorno
que se hinche y afloje
a su antojo como un chicle
con sabor ilimitado
una plaza
que no sea
como esta plaza
ni que deje flotando en el aire
este aroma antiguo y familiar
y triste.












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