todo se detiene,
cuando ella se pasea suelta
entre máquinas
y humanos de metal
el gimnasio entero descansa
ante su titánica presencia.
no sé si por el ancho, el largo
o la curvatura correcta
pero hoy Viviana
se acerca
y me felicita por mis piernas,
le contesto con una sonrisa
nerviosa y desdentada
soy un intruso
en esta tropa muscular
y ella con una elocuencia magnética
igual se detiene
y me enseña de anatomía,
de física,
de cómo mejorar la respiración
señala cada una de mis partes
como si fuese un auto
disecciona mi cuerpo
mientras sigue hablando,
me siento una res
colgada en la pared
de sus pupilas.
y en mi estacionamiento
cerebral imagino
a Viviana así como la veo,
viva y sin hijos.
te observo en cámara lenta
como te desprendés
de tus armaduras diarias
como te tumbas a medianoche,
en tu dormitorio,
en tu cama,
en tu figura de gladiadora
greco-romana,
en tus tríceps y en tus hombros.
imagino la violencia de tus dientes
arrancándole
los miembros al hombre de Vitruvio,
haciendo lo mismo
con los ojos de Leonardo
frente a tu bol
cubierto de anabólicos,
estás amaneciendo en mi mente
desayunándolo todo.
y ahora que Viviana me devuelve
la mirada,
finjo que soy obstinado y preciso
como un caballero medieval
miro fijo y al frente,
enderezo mi espalda,
empuño con fuerza los cuernos
de la bicicleta.