domingo, 27 de enero de 2019

Viviana

es que si está Viviana
todo se detiene,
cuando ella se pasea suelta
entre máquinas
y humanos de metal
el gimnasio entero descansa
ante su titánica presencia.

no sé si por el ancho, el largo
o la curvatura correcta
pero hoy Viviana
se acerca
y me felicita por mis piernas,
le contesto con una sonrisa
nerviosa y desdentada
soy un intruso
en esta tropa muscular
y ella con una elocuencia magnética
igual se detiene
y me enseña de anatomía,
de física,
de cómo mejorar la respiración
señala cada una de mis partes
como si fuese un auto
disecciona mi cuerpo
mientras sigue hablando,
me siento una res
colgada en la pared
de sus pupilas.

y en mi estacionamiento
cerebral imagino
a Viviana así como la veo,
viva y sin hijos.
te observo en cámara lenta
como te desprendés
de tus armaduras diarias
como te tumbas a medianoche,
en tu dormitorio,
en tu cama,
en tu figura de gladiadora
greco-romana,
en tus tríceps y en tus hombros.
imagino la violencia de tus dientes
arrancándole
los miembros al hombre de Vitruvio,
haciendo lo mismo
con los ojos de Leonardo
 frente a tu bol
 cubierto de anabólicos,
 estás amaneciendo en mi mente
 desayunándolo todo.

y ahora que Viviana me devuelve
la mirada,
finjo que soy obstinado y preciso
como un caballero medieval
miro fijo y al frente,
enderezo mi espalda,
empuño con fuerza los cuernos
de la bicicleta.











sábado, 26 de enero de 2019

Corredores locales de domingo por la tarde

rango de edad: de cincuenta
para arriba
ocupación: corredores
locales de domingo
por la tarde
imaginan sus pisadas
no sobre el asfalto,
sino como patadas
que impactan directo
en la tapa de una olla hirviendo
sus pies hierven
la cabeza hierve
los años hierven
la presión alta sube
la depresión baja la calidad
de vida
comenzando por los pelos
en la almohada.

¿a qué le temían tus padres
a tu edad?
detrás de cada nueva calavera
por infarto
otro cerebro asume su miedo.

anochece temprano
y nadie quiere quedar
del lado oscuro de la ruta
por eso,
van haciendo fila
en la pasarela de madera
sin cortar el trote,
transpirados hasta la calvicie,
respirándose la nuca
los unos a los otros,
la cara interna
de la boca
secándose por el oxígeno
y los insectos que entran
sin pedir permiso,
de antemano
a los frágiles cuerpos.

corredores locales
de domingo por la tarde
escapando de sus casas
para volver intactos
a sus camas de diez plazas,
a sus cremas para las escamas
a sus pastillas diarias,
a sus lentes de contacto,
a sus botellas de agua mineral,
a refugiarse en sus piletas
climatizadas,
a no pensar en nada.

en un barrio cerrado
de la ciudad,
bombas de agua chupan

desesperadas
de la red fluvial
antes que corten el suministro.




jueves, 24 de enero de 2019

Sarpullido de edificios

la ciudad es un sarpullido
de edificios,
 de ruidos,
de miradas
que no te merecen
de partículas rasantes
que te atacan el cerebro.
pero eso no porque
eso es lo obvio.
es decir,
también apuntan y disparan
las mentiras,
los aspersores que hay
escondidos en la plaza,
escupen agua
y dejan reverberando en el aire
un eco verde,
el ronquido de nubes densas
y la lenta expansión de un lago
al pie de una montaña nevada.
amasando
y amasando la oreja
se puedo escuchar
el empuje de un plantín
despegándose de la gravedad,
creciendo solo,
a lo lejos, sin maceta.


¿acaso no queremos todos lo mismo?

un sentimiento privado
una quietud finita
entre tiempo y espacio,
un lugar del mundo
al que nadie ha ido
un campito donde
tu nombre 
caiga 

como una fruta pesada 
y pesada en la tierra 
se pudra.
una plaza sin contorno
que se hinche y afloje
a su antojo como un chicle
con sabor ilimitado
una plaza
que no sea
como esta plaza
ni que deje flotando en el aire
este aroma antiguo y familiar
y triste.












La oscuridad de tu boca

una sola pastilla de menta
alcanza para refrescar
toda
 la oscuridad de tu boca 
y el aire acondicionado
a dieciocho
hace lo mismo del otro lado
de la piel,
de la pared, del techo,

del departamento de arriba
una gotera
cae,

quiere mojar mi cigarrillo.

¿qué más pueden decir
mis ojos
que no hayan dicho ya?

un avión pasa
por mi cielo asimétrico
y con él
el atardecer se convierte
en privilegio para pocos.

para nosotros el atardecer
es 
negro, denso y caluroso, 
un punto y aparte
que rueda
encadenado a tu ventana
te obliga
a ir desacelerando el ritmo,
a bajar las persianas,
a cerrar con llave la puerta:
dos vueltas firmes y contadas
en voz alta,
a apagar las luces
que sobran, -según la boleta
siempre sobran,
a empujar de a tironcitos
los cabellos de la noche
hasta tus partes íntimas,
para después,
volver
al interior de las sábanas
a tu lugar de origen,
a la sombra
retrocedés despacio
para no despertar
al miedo.












martes, 15 de enero de 2019

Ahora que los cuerpos hacen silencio

ahora que los cuerpos
hacen silencio
el hombre sospecha de sí mismo
y del 
reciente ritual  consagrado 
a su egoísmo
pero tan rápido
como piensa, olvida
y le surge un arrepentimiento
por todos los cigarrillos
convidados
a cambio de una miserable
hora más de sexo
y una menos de sueño.

un malgasto que no termina
con el aterrizaje seguro
en la oscuridad
de la cama deshecha
y la almohada
amarillenta
que sostiene y sostiene
este monstruo de dos cabezas
sino que continúa
derramando confusiones
en su estacionamiento privado.

siente que los días pasan
aterradoramente lentos
y lentos se marchan.
qué hacer 

con la confianza ganada
y qué con el amor,
hábil cuando quiere se pierde
entre mensajes eliminados
y no enviados,
entre tiempos huecos
y programados
aturdido se acomoda para un lado
y para el otro
como una tortuga invertida
busca una posición inicial
que ya no existe.

ella, de costado
y un torso más desnuda,
él, todo momia
salvo el brazo volcado
como una grúa en la hendidura
de su cadera.
ahora que los dos hacen silencio,
no se sabe bien
quien duerme de verdad
y quien, en lo profundo
de su insomnio
teme compartir con el otro,
sus buenos, sus malos
exactamente
sus mismos pensamientos

barderos