martes, 17 de junio de 2025

A la intemperie [2]

Mi sueño está agujereado
como una máquina
que no puedo rearmar.
Floreada, la sábana que me pusieron de alero
se descolgó de la rama, 
se fue nomás la loca a flotar 
por los lotes sin escritura.
Desde la autopista, se la ve flameando
en la reja que separa
la quietud de estos ranchos
de los carburos rapaces de la civilización.
Colectivos, cuatro por cuatros, autos bajos,
de alta gama y hechos mierda.
El peaje, ambulancias.
Piense en grande, anuncie aquí.

No sé qué soy, 
no sé mi edad.
La luz azulgrana que por las noches
despacio pasa es nuestra luz mala.
No sé muy bien, 
qué hago acá.
La leche que a la mañana sorbo es
la que más se empasta en mi paladar.
No sé muy bien 
quién cuida de mí,
ni qué late 
más allá de esta cuna improvisada
sobre la que nuevamente me han dejado.

Es fino el hilo de alambre que de lejos
comienza a tejer un moscardón.
Se despunta un rulo, brotan dos.
Vibración bicéfala insectil.
Al final, son tres mosquitos
que acaban de aterrizar
para contarme todos sus secretos.
Los escucho a rafagazos 
y sacudo en espasmos 
mi nuevísima cabeza semi calva
antes de empezar severo con mi llanto.











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