martes, 24 de junio de 2025

Solsticio en coníferas silvestres

Cuando la avenida
apenas se dobla y ensancha lo justo
como un sable corbo en la funda necrótica
de esta capital del cono sur,
el viento entra laminado al colectivo
y expone la fisura
de la ventana entreabierta.

El rodete antes firme. Mi cabello,
húmedo aún se desata
por acción del aire de junio,
y la fragancia del shampoo
durante el día atrapada,
comienza a saltar
a chispazos
y con ella, la bucólica promesa ilustrada
en el envase de plástico
se cumple. Del afombrado de goma
donde suelas plasmaron sobre
chicles y goterones de gaseosa
un tipo de arqueología urbana,
encumbra violento el tronco
de un pino.

Fiummmm coníferas nacen
y en la misma trayectoria vertical
rompen el techo
de lata. Hacen florecer
penachos de aluminio.
A ramalazos vuelan hojas, cae
lluvia, correntadas en rotor,
enredaderas amordazando los asientos.

Fiummmm hace la avanzada de ramas
al rodear el chasis, la carrocería
cubierta de musgo, de barro, el tracto
obturado, vidrios que estallan solos
sobre las cabezas pasajeras.
Brotes y brotes y otro brote más que
aturdirá al crecer. Aullidos
darán a luz
a nuevas especies. A tempo,
vibrarán los tábanos
en su ceguera verde. Continua
correrá el agua, lejos
muy lejos. Todos los dedos 
de la naturaleza hundidos ahora 
en todos los oídos.











martes, 17 de junio de 2025

A la intemperie [2]

Mi sueño está agujereado
como una máquina
que no puedo rearmar.
Floreada, la sábana que me pusieron de alero
se descolgó de la rama, 
se fue nomás la loca a flotar 
por los lotes sin escritura.
Desde la autopista, se la ve flameando
en la reja que separa
la quietud de estos ranchos
de los carburos rapaces de la civilización.
Colectivos, cuatro por cuatros, autos bajos,
de alta gama y hechos mierda.
El peaje, ambulancias.
Piense en grande, anuncie aquí.

No sé qué soy, 
no sé mi edad.
La luz azulgrana que por las noches
despacio pasa es nuestra luz mala.
No sé muy bien, 
qué hago acá.
La leche que a la mañana sorbo es
la que más se empasta en mi paladar.
No sé muy bien 
quién cuida de mí,
ni qué late 
más allá de esta cuna improvisada
sobre la que nuevamente me han dejado.

Es fino el hilo de alambre que de lejos
comienza a tejer un moscardón.
Se despunta un rulo, brotan dos.
Vibración bicéfala insectil.
Al final, son tres mosquitos
que acaban de aterrizar
para contarme todos sus secretos.
Los escucho a rafagazos 
y sacudo en espasmos 
mi nuevísima cabeza semi calva
antes de empezar severo con mi llanto.











sábado, 14 de junio de 2025

Virulana

hasta que un día lo profundo
deja de ser profundo
y lo divertido deja de divertir.
el mundo de tan cerca
que lo tenés se te pega en el rostro
como una tarántula anestesiada.
titila tonta la luz minera
que ayer prometía certezas.
dabas por sentado que un balsero palearía
su muleta de huesos
acercándote a donde esperabas llegar.

ahora, que cada vez tenemos más pasado,
buscás respuestas en donde sea
y lo único que encontrás son las muecas
extrañas que estrenan tus amigos
en dominó: una diadema
de virulana con palabras
que te cuesta desenredar.