el paredón amortiguó los graves, los escasos
árboles y el alambrado también ayudaron,
fue imperceptible para el que pasó pedaleando
con el tema favorito del fin de semana
latiendo en sus tímpanos, pensando en ella,
volviendo del trabajo, pensando
rápido en llegar a verla. no registró sonido alguno
y si lo hizo, por la velocidad, la distracción y la distancia
entre la bicicleta y el baldío, débil lo habrá oído;
probablemente como la tos de un anciano al purgar
la fatiga de su alvéolos blandos.
todas las mañanas amanece un cuerpo
entre los pastizales con un tercer ojo apuntando
al cielo y una bala diminuta camuflada
a pocos metros pero no todas las mañanas
la pelota se va tan lejos para que después de debatir
a quien le toca ir a buscarla, uno vaya y la busque
y se enfrente de acá a unos años al desafío
de procesar que tan quieto se ve uno
cuando no se verá más a sí mismo.
martes, 6 de septiembre de 2022
Restos que deja el spam de un noticiero web en el inconsciente
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