en el silencio auricular del transporte público
puede ser la respuesta
a los mambos del día: melodía disonante,
letra simple, hierro líquido
vertiéndose sobre un molde
también de hierro o rayos de una luz ultravioleta
que accidentalmente dan con las huellas
dactilares de lo que nos espanta,
en esa estoy, en esa voy, en un 168,
la ventana piqueteando mi parietal, me veo al ver
la penumbra en las fugas de las avenidas
que el vehículo a su paso
rebana, en esa, dándole forma
a la confusión, un nombre
al problema, sustancia
a la fuente, a la larga se funda un nuevo goce
al rosquear el cubo rubik del dinero, el cubo
al rosquear el cubo rubik del dinero, el cubo
rubik de la muerte, el cubo rubik
del amor. somos cinco seis los que a bordo vamos
y si el colectivo frenara,
si un señor barbudo y entrecano,
en muletas, plegada la pierna, seca la sangre
en la venda, si dios fuera un rostro
en la venda, si dios fuera un rostro
con arrugas dibujadas por el alquitrán
de su entorno, si subiera ahora mismo
de su entorno, si subiera ahora mismo
con una lámpara dorada
aferrada a sus callos, si la ofreciera
asiento por asiento como se ofrece
asiento por asiento como se ofrece
una botella de vidrio
cuando el mensaje ya está dicho y no hay más
palabras que estrujar en la juguera,
cuando el mensaje ya está dicho y no hay más
palabras que estrujar en la juguera,
si fuese mi turno
de pedir un deseo, uno solo,
yo tampoco sabría cuál.