domingo, 14 de febrero de 2021

Luminarias naturales

volvíamos en bajada, a pedal;
allá a lo lejos, los
 tanques de agua suspendidos
en lo alto de las torres de hormigón 
invitaban a creer en la llegada de alienígenas.
detrás nuestro, un cielo con identidad propia 
hacia de las suyas en un comportamiento
que no veíamos más que en la explosión repentina
de los colores que nos rodeaban.
nubes grises de las que en otro contexto, otra lógica,
pudo haber emergido un brazo que nos devolviera
íntegros a la historia que merecemos. pero no.
relámpagos reventaban, encandilaban y se iban.
las preguntas de siempre nacían, afectaban y se morían.
volvíamos ya por la sombra y ni el sonido
de las ruedas 
raspando la tierra aguachenta,
ni la saturación oculta de los truenos podían dispersar 
los insectos de la cabeza: ese zumbido 
que con el índice gusta de tocarnos el hombro 
como avisándonos que por más cebados 
que inflemos el globo, el aire no consigue tapar nunca
los orificios que fabrican nuevos pensamientos.






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