domingo, 14 de febrero de 2021

Luminarias naturales

volvíamos en bajada, a pedal;
allá a lo lejos, los
 tanques de agua suspendidos
en lo alto de las torres de hormigón 
invitaban a creer en la llegada de alienígenas.
detrás nuestro, un cielo con identidad propia 
hacia de las suyas en un comportamiento
que no veíamos más que en la explosión repentina
de los colores que nos rodeaban.
nubes grises de las que en otro contexto, otra lógica,
pudo haber emergido un brazo que nos devolviera
íntegros a la historia que merecemos. pero no.
relámpagos reventaban, encandilaban y se iban.
las preguntas de siempre nacían, afectaban y se morían.
volvíamos ya por la sombra y ni el sonido
de las ruedas 
raspando la tierra aguachenta,
ni la saturación oculta de los truenos podían dispersar 
los insectos de la cabeza: ese zumbido 
que con el índice gusta de tocarnos el hombro 
como avisándonos que por más cebados 
que inflemos el globo, el aire no consigue tapar nunca
los orificios que fabrican nuevos pensamientos.






viernes, 12 de febrero de 2021

Hermanos

cuando no están peleando, un clásico de los hermanos 
es segundearse; la regla de que dos cabezas 
pueden más que una. hacían unos 35° a la sombra 
que ni ganas daban de sacudirse las moscas. 
había un cuarto al final del pasillo pero 
como la economía siempre fue mezquina con las casas
del otro lado de la circunvalación, era el único; 
y en su centro de operaciones maternales, ella dormía.
entonces: había una madre, entornada una puerta 
y pegado un cartel de existencia implícita 
que advertía “NI SE LES OCURRA HACER RUIDO 
A ESTA HORA, NI SE LES OCURRA ROMPERME LAS BOLAS”.
-ok, no tendremos pileta pero sí imaginación
dijo el más chico y se mandaron a hacerla.
uno con la manguera, el otro con la pala, paleaban 
un poco y se la pasaban, humedecían el pozo y la tierra
aflojaba. cuánto más hondo, raíces más gruesas brotaban.
bajo las patas sucias, el movimiento del agua continua
barriendo y recopilando para sí los sedimentos 
que al derretirse liberan los cascotes inferiores. 
despacio, era hielo deshaciéndose, suave pero suficiente
como para dejar al descubierto el tabique metálico 
de un Kingston 64gb descartado hace décadas 
en el patio de esta misma vivienda hoy usurpada. 











martes, 9 de febrero de 2021

Mambo

para qué meter el ojo
en la trama apolillada de la existencia,
¿fondo blanco de sufrimiento destilado?
no, gracias, tómatelo vos si andás aburrido,
yo estoy bien acá, no había nadie, vacío
estaba hasta que llegué yo
sin proyecciones, ni desniveles, impulsado
por una cinta mecánica que de tan aceitada
ni cuenta me doy hacia donde voy,
ja, no metí el ojo, pero sí unas palabras. sigo, 
estoy bien así, me río de mí varias veces al día
de las buenas, de las malas, de las vueltas
enfermas que a veces le doy a las cosas
más insignificantes: sólidos de una pieza
limados de pies a cabeza, en el fondo
de los fondos, inofensivos
para el ciudadano promedio y así y todo,
yo torciono. un poco a solas, 
a veces con gente, siempre sobre la cara fría 
de la almohada, le meto rosca
a lo que pienso de más
hasta dejarle impresas mis huellas digitales, 
como para que quede claro 
que a este mambo lo habrá podido sembrar
el mismo avión rasante la misma noche cerrada
en más de mil macetas distintas
pero el concepto es nuevo, auténtico, fresco,
en serio, 
lo que quisimos fue sacar hacia afuera
ese magma radiante que todos tenemos
y de la nada, no se cómo ni porqué,
se escuchó el ¡clack!















viernes, 5 de febrero de 2021

Burocracia

tararea el algoritmo una música en baja calidad
para que no la pierdas por completo; a la cabeza
endurecida en formato zip.
vengan todos a verlo estacionado en el siglo XXI,
vengan a verlo expulsar agua+sales+urea= lamparones negros
en el sobaco 100% algodón.
es normal. la gente viene, entra a tu vida, te dice
que sos único e irrepetible y se va
pero seamos francos, sos tan intercambiable
como el que está adelante y como el que está detrás.
intercambiable como todos los fragmentos
que conforman esta fila detenida en una oficina del ANSES.
y sigue tarareando el algoritmo una música
en baja calidad, sigue el enojo
presionando el entrecejo del que perdió la mañana entera
por olvidarse de sacar el numerito,
sigue segundo el que estaba segundo y fumando
el que último espera todavía afuera
conectando la vereda 
con el mostrador,
y dale que dale con el traqueteo, y siguen que siguen
las impresoras sacando la lengua del horno,
no para la orquesta y no sale la tinta en las hojas A4;
y el algoritmo que sigue tarareando ahora
una publicidad que no puede saltear
mientras se siguen escupiendo de los clientes
y hojas al aire: 
un montículo de hojas que amontonadas
una encima de la otra,
tapan la vista cansada, 
tapan el tiempo muerto
produciendo un efecto térmico
que 
las mantiene tibias sobre el piso frío de una oficina del ANSES.