que era viuda olvidó de bañarse
pero hoy que el insomnio vuelve
a encerrar la noche en el hueco
de su mano huesuda,
una correa la tironea del pecho
hasta la ducha, mejor dicho,
hasta que la desesperación es tal
que se zambulle en el ataúd blanco
así vestida, así como está, entra
y apoya su oreja en el agujero frío
del desagüe. inhala hondo,
aire puro, oxígeno sin partículas
ni fragancias que disparen
recuerdos desagradables.
inhala hondo y no exhala,
solo contiene la respiración
para escuchar mejor esa voz que
bien en el fondo de su pena sabe
no llega ni llegará nunca a destino.
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