se vuelve peor al advertir
la tranquilidad del resto
de los pasajeros:
la mayoría duerme
y los que no
desempañan el lado interno
del vidrio
en un extraño saludo
a la nada,
ven la oscuridad del viaje
en alta definición
y se vuelven a dormir.
¿cómo se hace para seguir
sin saber cuánto falta?
el mantra de ronquidos
no me calma, es más,
me desespera;
voy a pararme de mi asiento
como infringiendo
una ley natural,
voy a tambalear entre cuerpos
bajos y estáticos,
voy a correr el telón rojo
que me separa de la cabina
y no voy a contarle nada
a nadie que nadie
está detrás del volante.
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