sábado, 25 de noviembre de 2023

Trinchera o algo así

hasta que un dedo eléctrico
dictamine lo contrario 
y nos cure de este mal,
seguiré adelante con mi causa
de malabarear el sentido
de nuestras conversaciones.
vos decís algo, yo lo distorsiono.
cuando veo que la risa puja 
para emerger de refilón, no la espero.
¿yo? sigo, no me detengo,
aprovecho y retomo algo anterior
para darle globalidad a este momento.
gestiono escenarios paralelos,
incremento, alimento, modulo
la expresión, emboco la palabra
justa en el espacio que me das
y que el chiste se cuente solo.









sábado, 11 de noviembre de 2023

Imperturbables II

nos hemos ido
quedando quietos.
agua estancada, agua
de la canilla, agua mineral,
el impulso por sorber
está primero,
las consecuencias, dan igual.

ahora miro estas manos que sopeso,
manos que a cada nivel superado
deben sostener cosas más grandes;
por ejemplo: mi ego.
ahora miro la corona de pájaros
que le crece y le habla 
en nombre de un amor 
distorsionado 
a un amigo y ni me inmuto.
yo también estuve sobre la arquitectura 
a medias de ninguna parte.
movimiento centrípeto de las conductas.
endurecimiento de ideas rápidas.

¿hace cuantos años ya
sentados en esta piedra, esperando
algo? ¿una hilera de caballos
descendiendo
desde un aro de fuego
o un bisturí dañino tajeando
la tela para dejar
que caiga, dura, la lluvia negra?

impertubables,
ni tan tan, ni muy muy,
como para llegar a comprender
que tan grave es lo que pasa.












domingo, 5 de noviembre de 2023

Estornudo

el óxido es un mal imposible de quitar
en silencio. limar
la película de pintura blanca mate
que recubre la tapa.
el destornillador tampoco funca.
su punta plana no clava en la raya calva
de los diez tornillos. un cuchillo
bastará para ayudarme
y cucharear los bordes hasta despegarlos.
uno a uno van saliendo, con dolor,
como sino debiesen haber estado
nunca allí y son puestos
en el atado vacío de cigarrillos
para no perderse.
hay pasos previos a la revelación
que de pronto culminan y el taparrollos
por fin cae en brazos y polvillo,
mucho polvillo, antes de que el flashazo
del celular descubra lo que se temía:
que la correa se torsionó,
que se trabó entre el fierro y el cemento,
que si se seguía deshilachando
de un tirón se iba a cortar. polvillo, 
mucho polvillo que entra por la nariz, 
pega unas vueltas en la montaña rusa
del sistema respiratorio y sale disparado 
en un estornudo partido en tres.