cientos de hilos transparentes
me estallan en la cara y dejan
motas de cristal
sobre mi piel. baja un vapor
caliente tiñendo
la escena entera, con furia
funde los alvéolos
del temperamento que hace días
busco mantener al corte, leve,
las puntas comidas
por la paz y no puedo.
desnudo me ducho de parado
para después tumbarme un rato.
el vientre sobre el que empapado
mi cuerpo meto es blanco,
no brilla, de fibra
de vidrio creo, de un material
que al golpearlo
con la curva de mi uña
emite un sonido: vibración
que hace temblar
unas pequeñísimas burbujas de jabón.
rebeldes resisten
y en vez de irse con la mugre,
entre los dedos
de mis grandes pies florecen.
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