primer brote a los veinte, el segundo a los veintitrés,
esta vez sí, no hubo caso y los hechos terminaron
con un arcoíris de píldoras sobre un desierto
de paredes blancas. no tenés idea lo horrible
que es desconfiar de tu propia inteligencia.
andar con las patas flojas porque no te acordás
cómo atarte los cordones. pero eso fue hace mucho,
eso fue aaaantes, nos dice, deteniéndose puntualmente
en la letra “A”, estirándola hacia un lado y hacia abajo
cómo atarte los cordones. pero eso fue hace mucho,
eso fue aaaantes, nos dice, deteniéndose puntualmente
en la letra “A”, estirándola hacia un lado y hacia abajo
con todo lo laxo de su cuerpo alcoholizado.
cuando gente X le pide explicaciones de por qué hace
lo que hace, de por qué usa como usa la vía pública,
él ni se gasta, permanece inmóvil, apoyado contra
el tacho de basura, con su corona de 13 cm de cicatriz
al aire y la atención entregada a la brillantina
que espolvorea el sol al tocar la espuma de su meo.
lo que hace, de por qué usa como usa la vía pública,
él ni se gasta, permanece inmóvil, apoyado contra
el tacho de basura, con su corona de 13 cm de cicatriz
al aire y la atención entregada a la brillantina
que espolvorea el sol al tocar la espuma de su meo.
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