domingo, 31 de enero de 2021

Hombre durmiendo bajo un árbol

hasta que el atardecer rebaje los verdes,
seguirá en su lugar. recto, aunque curvado
a la altura de la nuca. el claro ejemplo
de que se puede vivir tranquilamente
sin enterarse de los satélites girando al spiedo
más allá del remolino de la coronilla.  
un hombre durmiendo bajo un árbol,
tan sólo eso, un hombre con rostro de hombre
nacido para malgastar 
sus curtidas manos
de hombre. un hombre 
al que por más esfuerzo
que uno haga, 
imaginarlo en su juventud
sería caer 
en una práctica inútil.
y sí, obvio que esta observación nace
del más rotundo prejuicio pero también
habla de una envidia sana. o acaso
quién no quiere sus certezas: despertar
en el jardín que uno mismo fabricó
a base de paciencia y malestares corporales;
para decirle con aires catedráticos
al universo “esta sombra es hija
de ese almendro; esta planta, hija de esa otra,
este tronco sobre el que apoyado
me dispongo a hacer la digestión, dio fruto
treinta estaciones seguidas y después la quedó”.





















No hay comentarios:

Publicar un comentario