viernes, 30 de octubre de 2020

Amnesia

no estaba en sus planes despegarse de sus cosas,
salir a comprar
el foco faltante del baño vino por defecto,
lo primero que agarró fue la yerba, después
la sal. no había en la tarde ni un gramo
de ideas que macerar, no
estaba mal solo.
en la fila del mostrador, manotea más productos,
-los innecesarios- mientras espera
que se solucione el desperfecto técnico
del Posnet. ahí la escucha, o piensa
que la escucha. la voz dura
tres palabras inentendibles para su lejanía.
su cabeza rebobina hasta encontrar
la ubicación exacta de cada letra, 
pero la actividad mental la realiza después, una vez
que entra a su casa
y temeroso, le da cuerda a la lámpara
que se niega a encastrar en el hueco
que le toca.

la voz le flota largo rato. de reversa,
va hacia el fondo impenetrable
de los fondos, hojea rápido su corta biografía,
piensa en espacios, tiempos, vórtices
recubiertos de revoque donde pudo haber caído
lo que busca y nada: el eco sigue
atrapado en su salón vacío: las ventanas, selladas.
hasta que
cuando parece que se está por acabar
la batería, que el meñique que sostiene
el débil pensamiento
empieza
a temblar
listo para convertirse 
en sustrato de otra cosa: un fogonazo lo ilumina 
rápido y no espera, demasiado rápido ilumina 
que al final no lo llega a fijar bien. 
el cortocircuito como vino se fue, cabizbajos,
los días como vienen se van y de la insistencia
por darle forma a lo que no tiene
nacerá negruzca una mancha
de hollín
que irá a fundirse como turba
con el resto de las cosas que no puede recordar.



 















miércoles, 28 de octubre de 2020

Camino sinuoso hacia el embalse

una vez que se toma el desvío
la señal desaparece. nadie nunca emitió 
datos desde esta parte del mapa como si
una fuerza antigua 
complotase para que nos entreguemos
de lleno
a la abertura ocular que despierta
el paisaje. 
pero cuando los neumáticos cambian su melodía 
al pasar del asfalto al pedregal, 
del otro lado de estas montañas, alguien suelta 
de un extremo y afloja la ruta.

ahora viajamos en bajada imantados
al dedo índice de un epiléptico. el trazo
cada vez más flácido, la desgracia
en cada curva titilando
atenta al pulso del conductor. no es silencio
lo que enfrascan estas cuatro puertas,
es otra cosa,
un panorama sin cocción, un presente
alteradamente vivo 
que nos baja sin sentido los parpados, nos manda
a dormir sin sueño 
hasta que 
el camino vuelva a ser 
la soga tensa que era. 









domingo, 4 de octubre de 2020

Contrapeso

se sabe que después tampoco habrá tiempo, nunca 
lo hay, no habrá manera, no tendrán la voluntad 
de identificar qué malformación en la partícula
primera hizo que de un portazo se diga todo lo que 
ninguno pudo antes: queda oficialmente inaugurado
el contrapeso en la superficie compartida, quedan
muteados cada cual a cada lado del dos ambientes.
en casos como éste, yo recomiendo dejar cargando
el buche hasta la última rayita, no meter tanta mano,
no tocar lo roto, no romper lo que no se puede tocar
sin romper y asentir, asentir, asentir las veces que sean 
necesarias hasta que el oxígeno entre, el CO2 salga 
y todo intercambio suceda de nuevo en armonía
y mecánico y sin pensamiento, pero ahí va, otra vez,
a la semana, otra discusión; a las horas, otro portazo:
ojo que ahora sí se lleva dos falanges al piso y un grito
que cae sobre el pubis al aire y quinceañero del vecino 
de abajo que, afectado, vacila entre llamar al 911 o ver 
de qué forma reactivar el ejercicio que dejó trunco.