pero no veo la cabaña en el medio
del bosque, ni la montaña nevada detrás.
no hay árboles a la redonda,
tampoco estrellas.
acá el fuego no nace de las leñas,
es gas coloreado.
acá el cielo todavía sigue duro.
colgado en la etiqueta de un agua mineral,
vas de lo que sos a lo que pudiste ser,
de lo que sabés a lo que no sabés de vos.
seguís donde siempre estuviste,
conforme a la fuerza, encerrado
en días que pasan aterradoramente lentos,
queriendo lo que todos: una quietud
finita entre tiempo y espacio,
un lugar en el mundo al que nadie ha ido,
un campito donde tu nombre caiga
como una fruta pesada
y pesada en la tierra se pudra.
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