el sauce insiste
en escaparle al cantero.
decididas sus raíces crecen
hacia adentro
y cuanto más pujan, dibujan
pacientemente
un relámpago que arranca
del toma corrientes,
continúa detrás del televisor,
sigue subiendo a todo lo que da
hasta que recién amanecido
una mañana cualquiera,
enfocás el cielo raso
y con la lengua
hecha un rodete en la boca:
una puteada que quiere
salir y no puede
te dice que ya es hora
de hacer algo urgente,
antes de que el agua
venga a sentarse en la silla
y nosotros, en medias,
arriba de la mesa,
pensando en cómo se verán
las calles llenas de nubes
desde la parte alta
de la ciudad.
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