jueves, 26 de julio de 2018

El aprendiz

quiero 
los cachetes calientes 
en plena siesta del perro, 
estar así nomás,
echado 
bajo el primer
sablazo del sol

que cruza la ventana
a mediatarde.
no tener opinión alguna. 

pero quien pudiera
aceptar, así como así,
la tragedia del horizonte,
sin interrumpirlo,
ni acusar nada.
vi al árbol deshacerse
sobre hojarasca podrida,
mientras seguía
pidiéndole explicaciones
con sus palmas abiertas
de ramas
a un impasible cielo otoñal
y lloré con él.

quien pudiera
encontrar el equilibrio al pie
del barranco,
como hace el campesino,
que, parado,
frente a la desgracia
más tremenda,
ve la lluvia doler
sobre su barro
cada vez más barro,
las semillas ahogándose
fuera de su estómago.
la bronca metida
como una tuerca
en la tráquea
y el humo de un tabaco,
que a cada seca que le da,
raspa y sabe mejor.








miércoles, 25 de julio de 2018

Periplo cannábico

entre los cuerpos
que se maceran en thc,
el humo se hizo espuma
en la habitación,
ya no sube más.

detrás del tembleque
de las nucas secas, duras,
de las ojeras que alojan
ojos que devuelven
píxeles, lágrimas, imágenes
de un mundo paranoico
y mal sintonizado,
algunos juegan al yo-yo
con su cerebro
otros desenredan
el ovillo esperando que 

por fin aparezca 
la cola de la serpiente,
el topo asomándose
del suelo hueco
con la verdad entre dientes,
la legendaria caja negra
aclarando el accidente
en el que, de tanto en tanto,
nos metemos
un poco sin control,
otro poco por diversión
a nadar como gusanos,
en el compost

de la razón.

hasta que después,
para todos por igual,
el bajón.












miércoles, 4 de julio de 2018

¿Lo peor ya pasó?

metido en la bacha
enorme, arropado
hasta la frente
de agua tibia.
tengo una corona
de vapor
que no alcanzo a ver.
un rey sin territorio.

tabula paja
y la mente
seca como
menta fresca.

ahora
me reincorporo
con las piernas
temblando
en esta realidad
que es una pista de hielo
agrietada,
               -tajos por donde
espía el tercer ojo tuerto
de dios.

desnudo
y en puntas de pie,
camino
con la incertidumbre
de un cabrito
recién nacido,
tanteo a oscuras,
dónde habrá una toalla,
un abrigo,
un abrazo para
 esconderme,
una guarida
tan efectiva como a la vez
endeble.