viernes, 15 de diciembre de 2017

Puntillismo

qué onda que hace más
de una hora que no se calla ese
crack crack crocante, constante,
que no me deja pensar en algo concreto
y filoso que abra de un tajo el presente.
dónde, en la estructura, en el orden,
en la geometría de este universo
bordeado tiene que haber
un huequito por ahí
para meter la cabeza,
dejarla en remojo.
una hora nomas.
descansar la carne.

a veces soy yo,
hoy son moscas mosquitos
todos los drogadepedienes
alados y por haber, cabeceando
inmunes al dolor la misma
bombilla de luz.
no entiendo la maliciosa ansiedad
de los invertebrados.
por qué me lo recuerdan
por qué no esperan a mi apagón final
para acorralarme, 


francamente, a oscuras
no me va a importar nada
que los gusanos graben
arabescos bajo mi piel
blanquecina.
ríanse de mi muerte,
hagan lo que quieran.

pero por qué tengo que compartir mi mundo con otros. 


en una hamaca paraguaya,
meciéndome como un péndulo
con un cacho de vida adentro
busco el trance.
aparezco y reaparezco
por la sombra del jardín,
así también las estrellas
en la atmósfera fantasmal
y el crepitar de un cigarrillo
a madrugada
que con gusto fumaría
sino tuviera el atado
estrujado en mi mano,
vacío,
en cinco dedos
travestidos en un puño
iracundo,
retorcido en celo.







martes, 12 de diciembre de 2017

Soñar la peste

una voz que no era la de los curiosos
que miraban de reojo
ni la de los sádicos que miraban
a través de una pantalla
dijo: "el aire que olvidaste respirar
ingresó igual de intempestivo
que una idea perversa o un parásito
de esos subcutáneos 

que a medida que se alargan
se camuflan entre las venas candentes".
 
no sé cómo ni por qué
pasan esta clase de cosas
de tener escalofríos en las tripas
y sin más preámbulos, caer
encima de la vía pública.

ahora estoy con el rostro con suerte
respirando apenas tapado del todo
con la frazada que compré
en la última mudanza.
recuerdo éste mismo calor,
 un febrero agrio,
 quiebres en proceso
que hoy son fallas inmensas, 

visibles gracias a la amplitud
que otorga la distancia.

la botellita de agua mineral al lado de la cama
para que la fiebre no suba, la sed se calle,
y un fantasma arropado 
hasta las orejas
durmiendo cinco minutitos más, eternidad 
que dura lo que tardo en despertar.