miércoles, 18 de octubre de 2017

Acritud vespertina

a los golpes la ciudad
te levanta la vereda
y de la cama
ejercen martillazos
que dejan moretones
sobre el hormigón
tartamudean los taladros
kilos de máquinas y cables
el exterior entero
se contorsiona
para atravesarte
todos los agujeritos
y ojalá tuviese párpados
en los oídos -pienso-
mientras reactivo
mi presencia con un ladrido.
puteo, luego existo.

hoy no hay sobremesa
ni plato sucio
para usar de cenicero
y quedarse haciendo fiaca
en esta tarde de brazos
agobiados inertes
como anguilas sin carga
descansa mi apatía
sobre mis rodillas
me mira fijo.
ella también quiere que la acunen.






sábado, 7 de octubre de 2017

Desintegración

un trato hecho
mierda
esparcido
sobre dos palmas
abierta
s
las venas
hinchadas
por una pulseada
entre egos
los cuerpos
ignoran

los barriletes
se quedan
bailando
se alejan
tan lejos
están 
que 
le llaman
distancia
al hueco
incubado
en la unión
de sus manos.






jueves, 5 de octubre de 2017

Cómo acariciar algo en exceso sin desollarse la yema de los dedos

cómo aseguro mi identidad

sobre qué mármol petrificar esto
que me ocupa

me inquieta saber que algún día
la puedo perder

como las llaves de mi casa
la inocencia, dios, el amor,
las palabras
no tienen escapatoria
una vez que se está boca abajo.

me inquieta que cualquier día
puede ser el día
que al entrar al baño
no me reconozca
y un retrato encerrado
en el espejo
me llore en la cara

litros de lágrimas
celestes cayendo
de cabeza como suicidas
ebrios,
de la única botella
que queda nacerá
una galaxia de vidrio
en el piso,
en la heladera
todavía conservo
el vacío en frascos
con salmuera.

sé qué la gravedad
es un ente maldito
que aprisiona
y sino mírenme aquí
soy un maniquí,
una estatua,
una joroba amalgamada
en la espalda del planeta
que aunque no parezca
de algo engorda.

por eso sé que
de a poco,
irán cayendo
más y más litros
y a medida que el agua
vaya levantando
su lomo de bestia
adormecida
me comerá los pies,
el inodoro hará gárgaras
y colgada en mis clavículas
trepará centímetros
y vértebras

vendrá directo
hacia mí a taparme
con una mordaza
la boca, las quejas,
las palabras dejarán
de reventarse
al llegar a la punta
de la lengua,
serán burbujas
escapándose
por los atajos
que le ofrecen
mis comisuras
 violáceas,
 mortecinas,
son un tajo 
en un cofre
abandonado 
en el fondo del baño