jueves, 15 de agosto de 2024

La membrana que deshabito estos días

siete días sin fumar, el tiempo 
abandona sus cortocircuitos 
y resisto despegado a la telaraña de tabaco
que conectaba acontecimientos puntuales
de mi rutina. el primer cigarrillo 
que fumé así como se dice fumar: el gesto 
altivo del encendedor, la mano armando 
carpa a la flama contra el viento, fue un Kool
su paquete verde salido de una farmacia,
suavidad, ligeramente mentolado,
no hubo tos, útil para concretar mi misión
y entrar de una en el goce nicotinero.
al humo lo busca la pura compulsión,
velcro de pura adherencia a las cosas,
uno puede enchaparle a cualquier momento
un pucho y volverlo poderoso,
ante la ansiedad, ante el tedio,
ante el malestar emocional
o la constipación, también.

todos los caminos conducen a pitar.
esperar el colectivo, caminar 
tres cuadras: tamaño exacto para tal placer, 
la borrachera, el tobogán que hace la cerveza
en la garganta, el segundo después 
del segundo mate, el viento, el sol, la respuesta 
a una buena secuencia, el desquite 
frente a una mala racha, el frío, el río, el exceso 
de risa, una conversación con profundidad sostenida 
en un presente continuo.
post sexo, pre sexo, pre llanto, post punk,
querido cigarrillo, llave de pensamientos,
chispa de sociabilización, no te odio, 
no te extraño, solo te suelto un rato
para adorarte a la distancia en todo tu esplendor.















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