en uno de los bolsillos
de su pantalón de vestir. impecable, sobrio
al caminar, si un bisturí
le abriera el tórax en una sola línea recta
seguro se vería su corazón bombear
a la misma velocidad, siempre.
hunde su mano y suenan los anillos
importados al tocar las llaves
de su Amarok último modelo.
sin embargo, a medida que hunde,
pierde la elegancia
y puede que le esté haciendo notar
al resto de los presentes
que no encuentra lo que busca.
a él no le importa por eso en vez de rendirse,
insiste con el brazo metido
en el hueco negro de tela.
¡atención! está por sacar algo
pero falla. repite la acción y tampoco.
no mueve más que dos dedos,
después uno, solamente la falange
del anular que se dobla, se curva
y se transforma en un garfio en la oscuridad.
consigue engancharlo al borde
de su calzoncillo que manotea
y tironea, le da aire
y espacio a su zona genital y ahora sí
lo tiene, lo tiene... ta ta taaaaa
mete un cambio brusco
y se la acomoda entera para el otro lado.
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