se cuelga mirando el abdomen del puente.
las partículas ebrias de los días se unifican
en un punto fijo de la arquitectura brutalista
bajo la que vive y algo cercano al entendimiento
crece y lo excita: seguirá sin llegar un mensajero,
piensa, seguirá estallando el mundo en slow motion.
a cada terrible suceso le irán surgiendo otros
de mayor magnitud y qué mierda será de nosotros.
la flasha un toque nomás, después activa.
la carnada en el agua, esperando la señal,
ya viéndose alzar la criatura al cielo, aguarda
a que la noche caiga como una trompada certera.
luego, el clásico escenario con sus componentes:
el que bebe, el que duerme, el que fuma las colillas
que levantó de la vereda: es la hora en que todos
reunidos alrededor del barril prendido amortiguan
la llama con las palmas, tiritan lo justo, mastican
despacio, tragan la pesca del día mientras se lastiman.
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