jueves, 23 de mayo de 2019

Lo que queda molesta

el cuerpo como un imán gastado
arrastra lo queda de él
hasta la puerta
del luminoso y moderno
tres ambientes, 90
m², 
cochera integrada, 
zona residencial, balcón a calle, 
vista a copa de árboles siempre
y cuando sea de día
y la luz no esté cortada
y la heladera negra 
por fuera, 
negra por dentro,
solo quedan botellas de agua vacías,

naturaleza muerta en el cajón
de los recuerdos

y algo triste que flota dentro 
y contra el reverso de su calvicie
duele y lo mantiene despierto
otra vez.

vidas que titilan
entre entradas de edificios
y ambulancias en doble fila.














miércoles, 8 de mayo de 2019

Eyectado de un episodio subterráneo

metros antes de la estación,
se desenfundan las cuchillas, 

las puertas abiertas
y aún más, los ojos.
una cinta amarilla al costado
del andén señala el charco rojo,
y al titlar, el tubo de luz azul
lo vuelve a subrayar.
nadie habla, nadie respira,
nadie suelta las manos
de las costillas
de la formación
por miedo a perderlas.


en minutos
la imagen que encendió
el fósforo seco
de los pasajeros,
será un trapo gris
con lavandina 
enterrado en un balde 
de plástico.
al reiniciarse la máquina,
otra vez, los rostros apoyados
en la abstracción oscura
que arman
y desarman los cables
del lado malo de la ventana.
























lunes, 6 de mayo de 2019

Por la sombra

empujado por días que empujan
días muertos
la gelatina de los ojos derritiéndose
en la pantalla insomne
pica
y molesta que los días pasen
por el costado,
en silencio y sin freno,
quedan 
en mi mano, 
los dedos cada vez más negros,
en mi cabeza,
solo fósforos cortos
que no alcanzan a alumbrar
todo el bosque
ni a ubicar la posición de las sombras.