lo pensó tres
y no pensó más nada.
dejó plasmado el rouge
en el vaso de telgopor,
apagó la colilla que quedo flotando
en el café de máquina
y volvió a meterse rápido en la oficina.
supo bien que hoy no era el día,
tampoco mañana,
tal vez nunca están dadas
las condiciones para cumplir
el sueño que sueña el niño
en el interior del escondite
que a base de silencios
le hemos construido.
porque aunque reniegue
y vea el presente como una transición,
yo también soy uno más.
sigo bronceando mi piel
con luz artificial,
viajo cansado a la altura de los caños
y gente muerta le da nombre
a las calles que camino.
imagino salidas, busco atajos,
me convenzo de lo que pienso.
lo intento.
pero qué insoportable
es esta sensación
de que la fiesta está siempre
en otro lado.
al llegar al fondo del pasillo
solo unos, solo ceros,