gorgotea el mar
eructa litros de sangre
contra las rocas y en la cara
de los padres todavía
el drama le quita espacio
al dolor.
también, la presión alta
y el colesterol, la taquicardia
y la depresión baja la calidad
de vida
-comenzando por los pelos
en la almohada.
y cómo gorgotea el mar
y con qué irreverencia eructa
la sangre
y considera esos aplausos
provenientes de la playa
todo un signo de aprobación
de un espectáculo tan aberrante
que de seguro ni él comprende.
que mi andar sea centrípeto,
ése no es el problema.
sí que todavía no esté mareado.
por orden del caos,
mi atención se descarrila
mis pies no coinciden
con la maleabilidad del espacio
que contemplo.
una pollera ancha
recubre media señora de media tarde de edad
el futuro guardarropas
de sus nietos cabe en todo ese nylon
y el sarcasmo
se pregunta
si angostaron
la vereda.
empiezan
los insultos
en los ojos
de los otros
y todo ocurre en voz alta
y con la boca cerrada
como decreta el siamesismo
la calle es una red atiborrada
de soliloquios nerviosos
cómo éste,
como el suyo, señora:
las bolsas de arena al piso,
inmolarse y subir.
obsequiános la tabula rasa
que se trizen estos huesos
que la tiza un vez que se hace polvo
ya no puede escribir.